Todo se puede corregir.
Depende del entusiasmo, de tener una verdad en las manos y una valiente y honrada decisión.
En la serie de esculturas Los Juguetes del Viento se concentra la visión que tenía César Manrique del arte. Por un lado, son esculturas que aprovechan la fuerza del viento para articular el movimiento de cada uno de sus sólidos componentes. La necesaria presencia del viento para que Los Juguetes alcancen su máxima expresión, subraya la vertiente integradora con el espacio natural a la que toda obra de arte debe aspirar en la concepción de Manrique. Por otro lado, sus formas coloristas y divertidas remarcan la perspectiva lúdica y juguetona de su obra. Un diseño aparentemente sencillo proporciona a cada escultura una dimensión ciertamente infantil e ingenua. Lejos de ser características negativas sirven como elementos identificativos que inmediatamente las conecta con nuestro subconsciente, al fin y al cabo todos hemos sido niños. Sus esculturas se transforman en fácil referente sobre un áspero territorio.
Esta semana se han cumplido dos décadas del fallecimiento del artista conejero como resultado de un desafortunado accidente de tráfico el 25 de septiembre de 1992. Su obra permanece y su visionario pensamiento parece más necesario que nunca, ante la proliferación masiva de agresiones al medio natural perpetradas por los agentes político – económicos mayoritarios. Un periodo que coincide también con la aplicación, durante casi 20 años, de prácticamente las mismas políticas por parte de los sucesivos gobiernos que, en solitario o en coalición, han estado liderados por CC.
Un modelo de desarrollo intensivo en energía, consumidor de territorio, altamente contaminante de la atmósfera que respiramos y sin sentido alguno de los límites naturales ni de la contención, que no solo no se ha podido reorientar hacia horizontes más sostenibles sino que se ha potenciado desde las más importantes instancias político - económicas. Al mismo tiempo, sobre casi todas las islas que conforman el archipiélago han recaído algunas de las más importantes distinciones medioambientales que otorgan organismos internacionales, así como figuras de protección de diferente rango. Patrimonios de la Humanidad, Reservas de la Biosfera, Parques rurales, Lugares de Importancia Comunitaria, Zonas Especiales de Conservación….pueblan el territorio canario. Recientemente, La Gomera fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco, convirtiendo a Las Islas Canarias en una de las comunidades autónomas con mayor número de Reservas en España, solo superada por Andalucía y Castilla-La Mancha.
Bienvenidas sean todas estas menciones pero ¿Son compatibles este tipo de distinciones, otorgadas, presuntamente, por el alto estado de conservación de cada enclave, con un modelo de desarrollo dilapidador de recursos? ¿Cómo se conjugan ambas dinámicas que parecen ir en sentidos opuestos? ¿Sirven para reorientar un modelo de desarrollo intensivo en recursos fósiles hacia otro modelo más conservacionista? Según la UNESCO en las Reservas, la población local debe jugar un papel esencial en la toma de decisiones, participando en la búsqueda y desarrollo de formas sostenibles de explotación. ¿Participa la población local en la toma de decisiones que tienen que ver con el desarrollo sostenible de su entorno? ¿Se fomenta esta participación desde las principales instituciones políticas y/o económicas de las islas? No parece. Con el paso del tiempo el cinismo más descarado y la hipocresía más evidente han terminado por articular las declaraciones y los gestos de responsables políticos y económicos que tienen que ver con la protección de nuestro entorno. Los hechos, sin embargo, siguen demostrando que se continúa usando el medio natural como sumidero de residuos.
¿Quiénes son los responsables? se preguntaba el artista en el año 85 con motivo de la carga que imprimía sobre el territorio de Lanzarote la expansión de las actividades turísticas y del sector de la construcción. Una pregunta pertinente de rotunda actualidad a la luz de la presente crisis (estafa) donde ninguno de sus responsables ha respondido por sus excesos inmobiliario – financieros. Decía Manrique que cualquier gobierno tiene la obligación de cuidar el espacio que nos sirve para el desarrollo de nuestras vidas, de la educación y cultura, de nuestras riquezas y, sobre todo, de la “permanencia de esa riqueza”. Los sucesivos gobiernos electos en Canarias ¿Lo han hecho? ¿Quiénes han contribuido a dilapidar la permanencia de esa riqueza? Esos de estupidez incalificable (…) que frívolamente no se interesan sino por su triunfo personal y que el artista ya tenía identificados desde el 78. Esos son los autores de la actual situación de Canarias que continúan siendo esencialmente los mismos 20 años después, porque dos decenas de años después el modelo de desarrollo continúa siendo esencialmente el mismo.
Y el mejor homenaje que podemos hacer a la figura de César Manrique a 20 años de su muerte en tiempos como los actuales, donde se aplican políticas que adolecen de estar legitimadas por la ciudadanía, no es otro que recuperar su activismo medioambiental. Por tanto no permitamos que el afán de lucro y las malas intenciones de los especuladores hagan de nuestro entorno un infierno estándar y masificado, que destroce nuestro brillante futuro.