Han sido numerosos los actos, conmemoraciones y talleres, celebrados por las distintas administraciones públicas canarias con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, el pasado día 5 de junio. El ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife organizó diferentes talleres de reciclado, desplegó carpas informativas sobre la importancia del ahorro del agua, la reutilización de aparatos eléctricos y organizó charlas informativas sobre separación de residuos. También repartió 5.000 bolsas reutilizables. El Cabildo de El Hierro impulsó unas jornadas con personas de edad avanzada sobre las potencialidades de los árboles herreños y entregó semillas endémicas para que nuestros mayores cuiden y planten nuevos ejemplares. El salón de plenos del Cabildo de La Gomera acogió una serie de conferencias organizadas por la Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias sobre La Gomera como núcleo de biodiversidad de la UE. En Las Palmas de Gran Canaria la temática consistió en potenciar las bondades del ahorro energético, el transporte sostenible o los huertos ubanos. ¡Cuida tu medio natural con entusiasmo, ciudadano! Este parece ser el lema de este derroche de civismo medioambiental promovido por las Administraciones Públicas canarias.
El objetivo de tales actividades parece ser trasladar a los ciudadanos canarios la importancia de los valores medioambientales, la sostenibilidad y el cuidado del entorno natural, fomentando conductas y hábitos cívicos respetuosos con el territorio. La conducta de nuestra administración parece perseguir que los agentes activos de la comunidad canaria se conviertan en garantes entusiastas de la protección del medio natural que les rodea. Esto es, individualizar la resolución de la problemática medioambiental de nuestra era, particularizar su responsabilidad. También, reducir al ámbito privado el compromiso por el cambio. Bajo esta interpretación, las transformaciones comenzarían en el ámbito más pequeño, el ciudadano. Pero ¿Es coherente y posible transformar los hábitos medioambientalmente reprobables mientras las principales administraciones locales y autonómicas de Canarias son artífices de los mayores atentados contra el medio natural? Desde su ámbito local o doméstico ¿Puede el ciudadano contribuir a la mejora de su entorno cuando desde los poderes públicos (también desde los económicos) se transita en el sentido contrario? ¿Es el ciudadano, tomado individualmente, comparable, desde el punto de vista de su poder de influencia, a un actor público como la Administración? No parece o al menos es una contradicción.
Complejo Medioambiental en Arico. Tenerife |
A pesar del incremento de la parafernalia ambientalista organizada en efemérides de esta índole (el día mundial sin coches, el del agua, el de la Tierra, etc), lo cierto es que Canarias continúa siendo un territorio castigado por la emisión de contaminantes a la atmósfera, por una movilidad insostenible, por una presión turística asfixiante, por la construcción de infraestructuras desproporcionadas y masivas, por la ausencia de una política seria de reciclado de residuos, por una desmesurada dependencia del consumo de combustibles fósiles, etc. Y en cada uno de estos problemas tiene una responsabilidad enorme la Administración que nos gobierna. Es la propia Administración quien profundiza la huella ecológica de Canarias al omitir tomar medidas que defiendan el territorio o al impulsar acciones profundamente impactantes. La consecuencia es que la problemática ambiental en Canarias ha pasado a ocupar, desde hace ya mucho tiempo, un ritual protocolario inocuo y políticamente correcto en el discurso de nuestras Administraciones Públicas. Ello en un contexto donde priman los gestos políticos de cara a la galería, la política de eufemismos que persigue subvertir el lenguaje para evitar llamar a las cosas por su nombre o las mentiras evidentes con las que nos castigan diariamente políticos de toda condición. Todo ello en completa ausencia de iniciativas verdaderas que ataquen las causas últimas de un desgaste medioambiental preocupante.
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