…por que la patronal siempre ha querido lo mejor para nuestra gente y nuestra Tierra.
Aquellos del No a todo, como Antonio Plasencia llama despectivamente a los que se oponían a principios de la presente centuria al modelo desarrollista que ha terminado por imponerse en la economía canaria, fueron capaces de anticipar la inutilidad social de muchas de las infraestructuras que se han construido, su baja capacidad de creación de empleo, su tremendo impacto medioambiental y las grades rentas que reportaba solo a quienes las promovieron. El propio Antonio Plasencia admitió que obras como el puerto de Granadilla o el anillo insular no producen empleo, solo favorecen el uso de maquinaria industrial pesada. El avance de los actuales trabajos en el puerto de Granadilla demuestran la escasa creación de empleo en la obra. Por tanto, la quiebra de este modelo está más que demostrada. La presente crisis se ha encargado de certificarla porque es una de sus consecuencias y los del No a todo tuvieron la lucidez de anticiparlo sin obtener eco político alguno. De algún lado viene la desafección política. ¿No es mejor invertir únicamente en aquellas infraestructuras que son necesarias para reorientar un modelo productivo que ha estado hipertrofiado en actividades constructivas y turísticas? ¿No parece más conveniente invertir en aquél equipamiento público que sea el resultado de un análisis participativo y consensuado ampliamente por la sociedad canaria en base a sus necesidades y deficiencias? No para FEPECO y Plasencia.
Túneles del anillo insular a la altura de Tamaimo. Tenerife |
La pasada semana el Sr. Antonio Plasencia a través de un comunicado, volvió a confundir los intereses de FEPECO y su sector, la construcción, con los de la isla de Tenerife. Una confusión deliberada porque a nadie se le escapa que este señor y la organización que preside desde hace 23 años, tiene depositados importantes intereses económicos, socavados ahora por la paralización o retraso de las sempiternas demadas de los constructores de esta provincia; la finalización del anillo insular, el puerto de Granadilla, la conexión Norte-Sur, la segunda pista del aeropuerto del sur e incluso, el desbloqueo del Plan General de Ordenación Urbana de la capital tinerfeña.
Dice FEPECO y su presidente que solo se saldrá de la crisis a través del efecto arrastre que genera en la economía canaria un impulso del sector de la construcción. Ambos pretenden que Canarias continúe por la misma senda de desarrollo que la ha caracterizado en las últimas décadas como una economía excesivamente centrada en actividades constructivas. Cuesta entender este tipo de declaraciones en plena crisis, si no es porque persiguen satisfacer el interés particular de este tipo de grupos de presión que llevan influyendo décadas en las decisiones políticas de la región, de forma antidemocrática y en contra del interés general. Grupos de presión que en cuanto sienten que sus privilegios se les escapan se revuelven con manidas declaraciones contra la clase política y avivando ese anacronismo que existe en Canarias llamado pleito insular.
La presente crisis ha demostrado el despilfarro interesado, e irresponsablemente permitido por las autoridades políticas, en infinidad de infraestructuras de dudosa necesidad social. Un modelo productivo que solo ha beneficiado a las élites económicas que lo han impulsado. A cambio ha generado un fuerte deterioro ambiental del territorio y trabajo precario con salarios de miseria para la mayoría social que conforma Canarias. El avance del paro, la desigualdad y la pobreza son una prueba inapelable de la fractura de este modelo.
Existen pocos personajes en Canarias a quien los medios de comunicación proporcionen tanta cobertura a casi todas sus declaraciones, eventos que organiza, o actos a los que asiste. Seguramente esa desmesurada omnipresencia mediática tiene que ver con las servidumbres de un periodismo que es tributario exclusivo de los ingresos por publicidad. Quién sabe, pero de ahí también procede la crisis del periodismo. Que se continúen lanzando este tipo de falsos mensajes que la realidad se ha encargado de desmontar no contribuyen en absoluto a reconducir la dramática situación que existe en las islas. Al contrario hacen un flaco favor a la mayoría social canaria. Máxime cuando quien lo dice está imputado en uno de los mayores casos de corrupción urbanística de la historia de Canarias, el caso Las Teresitas. Esto no significa que se deban prohibir sus declaraciones pero es una pena que otras organizaciones, colectivos, asociaciones, etc. no gocen del mismo espacio mediático en los media del archipiélago para rebatir sus argumentos o, como mínimo, para tener otra visión de las cosas. Otra muestra de la escasa sensibilidad democrática que existe en las islas.
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