sábado, 6 de julio de 2013

Vendedores de optimismo

  
La cuestión de fondo de las proposiciones económicas no reside en el empleo de los datos estadísticos y modelos de manera errónea o intencionadamente torcida. Ambos casos, incompetencia y falseamiento, no serían posibles de partir las proposiciones de una base ética. (…) La ausencia de moral se oculta detrás de la máscara del cinismo retórico. 


Nuestros dirigentes políticos evitan un análisis honesto de la realidad porque hace mucho tiempo que no gobiernan para el común de los ciudadanos. Necesitan infundir esperanza a las mayorías, eso sí. Precisan hacer creer que se gobierna con la vista depositada en el bienestar de los ciudadanos para facilitar el sostén de esta farsa democrática. Les conviene difundir la ficción de que todos estamos navegando en el barco de la resolución de la crisis. Por eso los brotes verdes de Salgado, los rayos de esperanza de De Guindos, el estamos saliendo de la crisis de Montoro, el hay luz al final del camino de Rajoy o el Canarias avanza, Canarias ha cumplido, Canarias cumple de Paulino Rivero. Socialmente es insano que este tipo de mensajes se conviertan en norma cuando son pura mentira.

La realidad enseña que los únicos que están a bordo de ese barco son los ciudadanos de a pie. Un barco tripulado desde lejos por los políticos, pero que hoy son el trasunto de los grupos económicos que están gestionando la salida de la crisis. Aquéllos toman las decisiones en base a una agenda oculta dominada por éstos que no respeta las más estrictas normas democráticas. Ya ni siquiera se explicita en los programas electorales. Por eso proliferan tanto los mensajes optimistas. Están de moda a pesar de ser fingidos y aunque sean los mismos que los de hace cuatro años porque se está dando el toque final a la gran obra que se está construyendo desde Europa. Una sociedad basada en la austeridad para las clases menos pudientes, sin estado del bienestar, con derechos laborales y humanos degradados.

Incendios en Canarias desde el satélite Aqua. Revista Bienmesabe
Los políticos se agarran a la ocasional evolución positiva de indicadores baladí, que no tienen una incidencia directa en el bienestar diario del ciudadano, para construir todo un discurso favorecedor de los intereses más oscuros de los grupos privilegiados. Se construye así una realidad paralela al margen de la vida diaria del ciudadano con la ayuda de los medios de comunicación y un lenguaje tergiversado, dirigido para crear confusión. O mejor, se deconstruye una realidad social terrible, como muestran todos los indicadores sociales, para hacernos creer que transitamos por el sendero correcto. Para ello se utilizan informes y declaraciones presuntamente objetivas de técnicos, expertos o sabios que no son más que personajes con claros intereses particulares de clase.

¿Qué es peor, lanzar razones infundadas sobre una supuesta recuperación económica en España o en las Islas o hablar con claridad a la ciudadanía para trasladarle la crudeza de la actual situación? Lo primero es, de lejos, la opción más perniciosa porque se basa en mentiras o medias verdades y solo busca extender un optimismo desprovisto de cimientos que contribuye, además, al desprestigio de las instituciones políticas. Una estrategia que ni siquiera persigue fines electoralistas, ya no los necesitan. En las sedicentes democracias europeas de hoy en día se quitan y ponen dirigentes políticos por cuestiones técnicas presuntamente benignas y bienintencionadas para todos. Pero de las causas de esos cambios nada sabemos porque ninguna explicación se nos da. Les interesa mantenerlas ocultas.

Decirle a la ciudadanía lo que ocurre serviría para analizar las causas de la situación que vive España y Canarias y, en consecuencia, proponer una batería de soluciones que permitieran sentar las bases de la recuperación. Un análisis que, si se realiza dando voz a todos los damnificados de la presente coyuntura, posibilitaría escuchar sus carencias y necesidades. Lo que podría ayudar a la participación de estos en la configuración de una estrategia contra la crisis más rica y de mayor calidad. Esta es la esencia de la buena política que desgraciadamente tanto escasea y quieren desterrar. Nos toca hacer ese ejercicio colectivo a nosotros.

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