jueves, 24 de octubre de 2013

Recuperación económica y lenguaje neoliberal


Demos dignidad y quitemos la vergüenza a las palabras maltratadas. “Insolvente” es, en realidad, alguien que no puede o quiere seguir en el sistema capitalista. “Desahucio” es cuando el banco te roba tu casa. “Parado” es alguien que está en marcha intentando sobrevivir con creatividad. “Negativo” es una persona realista que está harta de que le tomen el pelo. 

La relación del PP con la mentira es la del toxicómano con la droga. Vive para ella, alrededor de ella, solo piensa en la dosis próxima 

La bolsa rodea los 10.000 puntos, el Tesoro español logra financiarse a interés récord, la EPA arroja un resultado positivo en términos de empleo, el Banco de España confirma la salida de la recesión….y nos inunda el optimismo. Ni una palabra sobre los riesgos y las implicaciones de basar esta presunta recuperación en el impulso exclusivo del sector exportador. Obviamente no interesa.

En un pequeño pero clarividente libro, No nos lo creemos, Clara Valverde analiza en detalle la batería de estrategias lingüísticas que utilizan los que detentan el poder. Nos alerta de que muchas de las medidas y comportamientos de la actual clase política son posibles y se hacen realidad porque nosotros, los ciudadanos que les escuchamos, aún les otorgamos cierta credibilidad. Ella lo expresa con una brillante frase: pueden porque aún les creemos. Para que aún les creamos, la autora denuncia el tipo de lenguaje que políticos, pero también sindicatos, patronal o medios de comunicación, utilizan deliberadamente para embaucar, confundir, despistar y hasta mentir al ciudadano. El fin no es otro que imponer una visión única, no cuestionada y conforme a sus objetivos de clase de lo que ocurre.

Un tipo de lenguaje que ella denomina neoliberal, porque está pensado para apuntalar la deriva de las actuales relaciones económicas, centradas en la eliminación de todas las cualidades sociales que caracterizaban al capitalismo de posguerra. Son un lastre en el proceso de acumulación del 1% más rico, los que están gestionando esta crisis. La propaganda desplegada por el gobierno en torno al supuesto inicio de la recuperación económica responde a todo ello.

Valverde recupera un interesante concepto de la psicología transgeneracional, el retorno de lo reprimido, para preguntarse hasta que punto la ausencia de verbalización del conflicto, del miedo y otras emociones por parte de la generación de la posguerra civil española, estarían aflorando ahora y actuando de forma negativa sobre la generación actual. Esta dañina influencia se produce a través de lo que en psicología se llama los síntomas del vacío. Una patología que se manifiesta por una indefensión social aprendida que explicaría la ausencia de una contundente movilización social acompañada de propuestas solventes de cambio por parte de nuestra generación.

En su reflexión, Valverde destaca las virtudes de la protesta como terapia psicológica y purificadora para afrontar la depresión económica y social que sufrimos. Un necesario método para liberarnos de esa cultura de gobierno basada en el miedo, el eufemismo y la repetición de mensajes dirigidos a despistar, algo que saben manejar muy bien los aparatos de propaganda gubernamentales.

Las palabras son el vehículo que nos permiten comprender lo que pasa y lo que nos pasa. Por ello la autora nos apremia a escuchar y reflexionar con sentido crítico. También, a pensar de manera independiente de lo que dicen los canales que transmiten diariamente la ideología dominante. Por eso es urgente que volvamos a llamar las cosas por su nombre. Recuperar el significado que nos han hurtado de cada uno de los términos que configuran el relato de esta crisis/estafa.

Resulta inevitable traer aquí una idea de José Manuel Naredo que abunda en lo mismo. La ideología económica dominante contribuye, con su batería de términos no discutidos, a disfrazar y soslayar una realidad concreta que no interesa someter a escrutinio. En una reciente charla entre los otoñales árboles del Parque del Retiro de Madrid, el profesor, nos invitaba a desmontar todos esos términos vaciados de contenido pero portadores de una profunda dosis de ideología. Para ello nos recomendaba que trabajásemos sobre los adjetivos, tomándolos como una medida de aquello que la ideología económica dominante pretende enmascarar. Por ejemplo, economía verde ¿Es que la otra no era verde? ¿En qué medida no lo era? ¿Por qué razón esta sí lo es cuando el deterioro ecológico continúa avanzando sin que nadie lo remedie?

Cada vez que escucho hablar de recuperación económica a Rajoy, con seis millones de parados y una desigualdad que está actuando como un potente disolvente de la cohesión social en España; cuanto más oigo a Rubalcaba declarar que el gobierno de Rajoy es torpe, insensible y mentiroso, como si este señor y el partido al que representa no hubiera estado nunca en el poder; mientras siga recibiendo de Paulino Rivero esas declaraciones que aseguran que la vía canaria garantiza la apuesta por la justicia social y la igualdad de oportunidades, como si el desarme de estos dos conceptos no fuera directamente proporcional al número de años que Coalición Canaria se ha mantenido en el poder en las Islas; cada vez que recibo estos mensajes, digo, a modo de circulares institucionales que aparentan verosimilitud y hasta oposición política, no solo vuelvo a recuperar y releer estos textos sino que protesto contra estas interesadas campañas de optimismo cargado de más energía. Les recomiendo que lo prueben, es higiénico y reconfortante.

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