sábado, 15 de diciembre de 2012

Canarias; pioneros en la protesta


…es imperativo asumir sin eufemismos si existe o no una respuesta a la cuestión capital de la redistribución de la riqueza y del sistema productivo y de consumo. Si la respuesta es inequitativa, toda revolución debería ser inminente. Si es equitativa, ha de formularse una eficaz respuesta política de carácter legislativo.


El 23 de noviembre de 2002, tuvo lugar una de las manifestaciones más multitudinarias que se han producido en Canarias. Ese 23 de noviembre de hace una década fueron convocadas en Santa Cruz de Tenerife 120.000 ciudadanos de toda Canarias. El objetivo, protestar contra la instalación del tendido eléctrico de Unelco – Endesa por medio de los parajes de Vilaflor. En aquella ocasión, fue el impacto medioambiental y la ausencia de argumentos de sus promotores para justificar dicha instalación los que activaron la protesta. Una movilización preparada arduamente por diferentes colectivos tiempo atrás. Ellos hicieron una impagable tarea para visibilizar el problema, abrir el debate sobre la idoneidad del tendido, generar alternativas, identificar a los responsables y destapar sus intereses ocultos, así como los damnificados y las consecuencias. En definitiva, una vital tarea de empoderamiento ciudadano.

Convocatoria manifestación contra el puerto de Granadilla
Era la culminación de un proceso de movilizaciones y reivindicaciones iniciadas años atrás donde la causa ecologista era el eje principal de vertebración. A buen seguro, la protesta de Vilaflor se inspiró en otras movilizaciones sociales pioneras en Canarias, largamente organizadas también, entre las que destacaban las protestas contra la instalación del radar en Malpaso (El Hierro. 1990), la defensa de El Rincón (Tenerife. 1992), la oposición al Proyecto Monumental de Tindaya (Fuerteventura. 1995), Salvar Veneguera (Gran Canaria (1998), o el conflicto en torno a la embotelladora de Taguluche (La Gomera 1998). Todas ellas imbuidas a su vez del espíritu pionero de defensa de la naturaleza de organizaciones como ASCAN, ATAN, Ben Magec y otras. También del pensamiento crítico del mismísimo César Manrique.

Pero el torrente de movilizaciones no terminaría ahí y su inercia se mantendría en los años siguientes en otros ámbitos de las islas en torno a conflictos como las prospecciones en aguas Canarias (Lanzarote y Fuerteventura. 2002), la manifestación Ni una cama más, Canarias tiene un límite tomando como referencia el caso de Berrugo (Lanzarote. 2002), la instalación de un radar en Anaga (Tenerife. 2003), la urbanización del Cotillo (Fuerteventura. 2004), la construcción del puerto industrial de Granadilla (Tenerife. 2004), los PGO de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna (Tenerife. 2004), la corrupción que subyacía en el proyecto de urbanización de Las Teresitas (Tenerife. 2005), y un largo etcétera que revitalizaron el movimiento social canario y en concreto el de Tenerife.

Aunque en todas ellas fue la agresión medioambiental la que abrió la espita de las protestas, con posterioridad y a medida que se profundizaba en el debate y el empoderamiento ciudadano, se comenzó a cuestionar el procedimiento a través del cual se tomaban las decisiones objeto de las protestas. Era (y es) este proceso de toma de decisiones políticas, sustentado por un sistema electoral poco representativo, el que alimentaba un modelo económico depredador con el territorio canario. En última instancia lo que terminó por cuestionarse fue el modelo de democracia representativa vigente en las islas, de ahí la relevancia de tales movilizaciones.

Para algunos, aquellas movilizaciones perdían fuerza reivindicativa y expresiva porque aunque eran convocadas con un lema concreto, terminaban sumándose a ellas colectivos de toda condición y diferentes procedencias. Sindicatos, asociaciones vecinales, colectivos profesionales, desempleados, organizaciones políticas,…contribuían a robustecer unas protestas heterogéneas y coloridas. Incluso el poder establecido utilizó esta característica como arma arrojadiza contra sus promotores más directos. Sin embargo, a posteriori hemos podido entender que en esa diversidad estaba su virtud. Porque esa diversidad era la expresión de una protesta transversal donde esos colectivos no eran más que los damnificados de un mismo modelo de crecimiento económico y un sistema de toma de decisiones políticas que dejaba al ciudadano al margen de toda participación. Las causas que dañaban eran las mismas aunque diferentes los colectivos afectados y distinta la intensidad de las consecuencias para cada uno de ellos.

En el momento culminante de aquellas protestas, que podemos situar, aproximadamente, durante la primera mitad de los años 2000, Canarias disfrutaba de una envidiable tasa de paro que rondaba el 11% (frente al 33% actual según datos de la EPA), el turismo tiraba de forma potente de la economía y al sector de la construcción nadie le ponía coto, salvo aquella burla a la ciudadanía que el poder político instalado llamó moratoria turística. Por esa razón, podemos considerar como visionarias aquellas movilizaciones. Los grupos y personas que las promovieron tuvieron la clarividencia de ver más allá de lo que ocurría. A través del conflicto entre economía y ecología, lanzaron una enmienda a la totalidad del modelo económico y político vigente. Se atrevieron a hablar de crisis en un contexto de aparente bienestar.

La presente crisis tiene su epicentro en el sector financiero, por tanto, se ha adelantado a la crisis ecológica que viene. Pero todos aquellos colectivos que se movilizaron en Canarias tuvieron la capacidad de anticipar lo que en la actualidad estamos viendo; las víctimas de esta crisis son colectivos de diversa procedencia que se han ido sumando de forma progresiva a las diferentes movilizaciones convocadas en todas las regiones españolas (personal médico, funcionarios, educadores, desempleados, jóvenes, pequeños empresarios,…). Unas protestas que han ido in crescendo (y continuarán) porque los recortes se aplican sobre la mayoría de colectivos de forma injusta, a través de un sistema de toma de decisiones políticas igual de antidemocrático y opaco, cuyo fin es salvar un modelo económico que se encuentra en fase de naufragio. En ambos casos lo que cuestionan las protestas es el proceso de toma de decisiones políticas que apuntala el actual sistema económico.

De todas aquellas movilizaciones producidas en Canarias podemos sacar varias lecciones útiles para evitar el estallido que viene. Una; la movilización es más necesaria que nunca y de ellas se obtienen resultados positivos tangibles que van desde la caracterización del conflicto hasta la influencia en el proceso de toma de decisiones. Dos; las diferentes manifestaciones de la protesta deben estar unidas a pesar de su diversidad. Solo un frente de lucha común puede actuar como ariete contra las causas últimas de esta crisis, la desigualdad, el desempleo masivo, la esquilmación del planeta y la incapacidad de la democracia representativa para dar una solución a todo ello. Tres; toda protesta debe incorporar su propia propuesta. Las ideas alternativas y la inventiva son imprescindibles para superar la presente situación. La estigmatización de todas aquellas voces que han aportado alternativas a las políticas actuales desarrolladas por el bipartidismo español (PSOE-PP), es la mayor prueba de que existen otras vías más justas cuya exploración es ineludible. Cuatro; esas propuestas deben estar orientadas hacia la creación de un modelo de sociedad ecológicamente responsable, socialmente justo y económicamente equilibrado.

1 comentario:

  1. http://www.lacasademitia.es/articulo/sociedad/canarias-pioneros-en-la-protesta-en-el-oikos/20121216085818013030.html

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