domingo, 15 de septiembre de 2013

Sucesiones; un debate estéril para el ciudadano


Paulino lleva seis años de presidente del gobierno. Le ha tocado una época dificilísima, ha hecho todo lo posible y yo creo que debería pensar en un cambio.
   

Resulta que Ricardo Melchior, que ha estado en la presidencia del Cabildo de Tenerife durante casi tres lustros, a los que hay que sumar otros doce como vicepresidente de dicha entidad, le ha espetado a Paulino Rivero que debe abandonar la presidencia del Gobierno de Canarias. A juicio del Sr. Melchior debe dejar paso a otro en virtud de la renovación, las nuevas ilusiones y otros compromisos. El Sr. Melchior se atreve a hacer extensiva su recomendación a otros mandatarios de las islas que lleven tiempo desarrollando su labor, ya sean estos de su propio partido o de la oposición. Una recomendación extemporánea que además suena a burla; proviene de un caballero incapaz de dejar paso a otros en los cargos desempeñados en dicha institución durante más de un cuarto de siglo.

Archipiélago Machango
Debemos convenir con el Sr. Melchior que el presidente del Gobierno de Canarias debe irse pero por diferentes causas a las mencionadas. Lo debe hacer fundamentalmente porque forma parte de un gobierno que no ha ganado ninguna de las dos citas electorales a las que se ha presentado y, sobre todo, porque ha demostrado sobradamente una incompetencia total para combatir los estragos de la presente crisis. Razonando como Ricardo Melchior podríamos decir que Coalición lleva dos décadas en el gobierno de la Autonomía y ha llegado la hora de dejar paso a otros en beneficio de la renovación.

Por si fuera poco, le sucede en el cargo Carlos Alonso, una persona extraordinaria, según palabras del propio Melchior pero que como va siendo habitual en estos casos (pasó con Díaz en Andalucía, también con Botella en el Ayuntamiento de la capital y con González en la Comunidad de Madrid) no se ha sometido a ningún proceso serio de elección interna para acceder al cargo. Un mínimo de pluralidad y democracia sería aconsejable, pero esta discordancia enseña a las claras lo desviados que están los actuales partidos políticos para servir como herramientas solventes de la soberanía del pueblo y de una verdadera Democracia.

Las declaraciones del Sr. Melchior denotan una cualidad de los actuales partidos políticos que está en el centro de la presente crisis institucional. Estos se han consolidado como instituciones fuertemente jerarquizadas, opacas en su funcionamiento económico, donde la democracia interna brilla por su ausencia y donde el ascenso de las ideas renovadoras por el aparato interno de los partidos es más difícil que el de las personas que sepan tocar las teclas adecuadas; fidelidad a las cúpulas dirigentes, disciplina de partido, oportunismo, favoritismos,…. No parece que la crisis haya cambiado este modo de proceder.

Más allá del estéril y ante todo mediático debate sucesorio, puesto que lo importante no son las personas o las caras nuevas sino las políticas e ideas que definen las maquinarias de los partidos, la gran pregunta que suscitan estos elocuentes episodios es si los partidos políticos son herramientas acreditadas para superar una crisis que ha dinamitado todos los indicadores sociales, sobre todo en estas islas. ¿Pueden los grandes partidos contemporáneos resolver la crisis civilizatoria que nos atenaza cuando la dicotomía Izquierda/Derecha está obsoleta, sus programas ya no contienen grandes diferencias y ni siquiera se respetan?. Es más, el proceso de promoción interna en los partidos ¿garantiza la aparición del mejor individuo posible para luchar contra la crisis y de cuyo trabajo se derivaría la construcción de una sociedad mejor? ¿No ocurrirá lo contrario, que la actual configuración de los partidos es un salvoconducto para avalar el mantenimiento de las actuales relaciones económicas, el presente status quo institucional donde ha desaparecido el conflicto social y político, en suma, la vigente vacuidad de las estructuras partidistas para resolver problemas colectivos pero muy útiles para reproducir una gerontocracia altamente burocratizada que tantos beneficios reporta a algunos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario