Pero es que además existen estudios, encargados por el mismo Cabildo de Tenerife, que afirman que la puesta en marcha del anillo insular supondría un ahorro en combustible superior a los 60 millones de euros al año.
En el principio fue la necesidad de crear empleo. Se argumentó que las obras del cierre del anillo insular crearían un importante efecto directo e indirecto en la creación de empleo. Nunca se aportaron datos fiables y honestos de ello… Más tarde dijeron que las carreteras más allá de Los Realejos y del Aeropuerto del Sur necesitaban ser mejoradas, pero reacondicionar y mejorar no es lo mismo que ampliar las dimensiones y la capacidad de la infraestructura. Luego vino aquello de que se facilitaría la movilidad laboral de los ciudadanos de los municipios de la Isla Baja y la zona norte hacia la comarca del Sur de la isla, donde las actividades turísticas han desplazado el eje económico de Tenerife. Sin embargo, no parece que se cree empleo masivo y de calidad en el sur de la isla. Para que exista movilidad laboral es necesario que, primero, se cree empleo. También se argumentó que las obras del anillo insular en la vertiente sur de la isla permitirían unir Santiago del Teide con otras localidades en un tiempo mucho menor al actual. ¿El ingente gasto económico justifica el ahorro de unos minutos en el desplazamiento entre municipios? Y si lo justifica, ¿Por qué es necesario llegar antes?
Obras en los túneles del anillo insular. Diario de Avisos |
Resulta cansino que se acredite la construcción de grandes infraestructuras con el manido y obsoleto argumento de que traerá empleo y riqueza para la región. Una vez y otra también se repite el mismo razonamiento como un mantra. Los grupos que quieren hacer valer sus intereses sobre los de la ciudadanía han destruido las posibilidades de articular un diálogo serio y medianamente razonable sobre los costes económicos reales que contemplaría una gran infraestructura, los beneficios sociales que acarrearía, los impactos ambientales que supondría o quiénes serían sus beneficiarios directos. Una muestra evidente de la catadura democrática de quienes pregonan estos presuntos argumentos y de quienes les dan cobertura mediática (¿Los colectivos contrarios a esta y otras infraestructuras en las islas gozan del mismo espacio mediático que sus partidarios?). Tampoco se hacen previsiones honestas sobre el grado de uso que tendría la obra en cuestión, ni mucho menos se interpela al ciudadano de a pie sobre la conveniencia o no de esa actuación, involucrándolo en las decisiones que les afectan. Lo estamos viendo con Madrid 2020 donde la parafernalia oficial es capaz de decirnos una cosa y su contraria; ¿Cómo es posible que si el 80% de las infraestructuras ya están levantadas se genere empleo de forma masiva para sacar a España del actual atolladero?
Escuchar este tipo de declaraciones a personalidades políticas o empresarios es una demostración palpable de los tiempos que corren, donde la decencia democrática es inexistente. Tiempos absolutamente miserables donde no solo se utilizan argumentos de baja calidad para justificar acciones políticas y/o económicas con efectos devastadores para el ciudadano, no solo se utilizan toda clase de eufemismos para tergiversar y enmarañar las verdaderas intenciones de quienes los emplean, no solo se miente deliberada y descaradamente para satisfacer intereses ocultos. Además de todo eso se extrangulan otras voces o medios capaces de argumentar de forma diferente y con mayor calidad. Lamentable una vez más.
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