sábado, 6 de noviembre de 2010

La estigmatización del ecologismo

 
“Entonces, digo yo que hoy el movimiento ecologista tiene menos función que antes, en cuanto que en la mayoría de la conciencia de los ciudadanos ya está la sostenibilidad; prácticamente todo el mundo es ecologista por convicción”

Domingo Berriel.
Consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias.
La Opinión. 24.10.10.

Muy ilustrativas las tres entrevistas publicadas en el periódico La Opinión en los últimos meses a Antonio Plasencia, presidente de la Federación Provincial de Entidades de la Construcción de Santa Cruz de Tenerife (Plasencia: ´Yo soy tan ecologista como cualquiera´. La Opinión. 26.07.2010) a Domingo Berriel, Consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias (Domingo Berriel: ´He plantado muchas papas con un tractor´. La Opinión. 24.10.10) y a Antonio Machado, biólogo y director del Observatorio Medioambiental del Puerto de Granadilla (´Sólo falta Dios para darle el visto bueno al Puerto´- La Opinión. 03.11.2010)

Curiosamente los tres responsables, pertenecientes a distintos estamentos sociales que en teoría defienden intereses disímiles, afirman tener un concepto del ecologismo que coincide en los tres casos. En su interpretación de la realidad identifican el ecologismo con la sensatez, el sentido común y con la necesidad de que en la sociedad deben existir colectivos que supongan un contrapeso frente a otros que generan conductas desarrollistas. Una reflexión sobre el ecologismo muy personal e incluso atinada sino fuera porque confluye en un interés común e idéntico en los tres casos; cualquier idea conservacionista o ecologista no puede obstaculizar la construcción de proyectos considerados estratégicos para la isla según su visión. Una contradicción evidente que cuestiona su noción de ecologismo. ¿No debería llamarnos la atención esta coincidencia en la definición del ecologismo así como la sincronía en los intereses de unas instituciones (FEPECO, Gobierno de Canarias y Observatorio Ambiental) que tienen un origen y un cometido muy diferente en la sociedad?

A pequeña escala, las tres entrevistas son una fuente de información valiosa porque reproducen indicios de una ofensiva que utilizando los medios de comunicación como amplificadores, han desarrollado algunos grupos de comunicación, muchos agentes económicos y demasiadas instituciones públicas. A saber, todos han buscado y continúan buscando la criminalización del movimiento ecologista o al menos su estigmatización. El fin, evitar que determinados proyectos de infraestructuras se vean obstaculizados amenazando su construcción. Un comportamiento que pone en tela de juicio la calidad de nuestra democracia e ilumina la existencia de una serie de intereses económicos comunes a unos pocos que han reaccionado en tromba contra aquellos que han osado cuestionarlos. Estos indicios podríamos enumerarlos realizando la siguiente cartografía de la estigmatización:

1º- El negacionismo. Los ecologistas son los del "no a todo" y los antisistema. Con maquiavélica intención se ha intentado identificar al movimiento ecologista con posturas de rechazo a todas las intervenciones propuestas por agentes públicos y/o privados. La realidad, sin embargo, no avala esta identificación. En la mayoría de los casos el movimiento ecologista parte de una postura positiva. Frente a las intervenciones o proyectos oficiales el ecologismo confronta una postura que se podría definir bajo la máxima "sí, pero de otra manera" o como mínimo, "de acuerdo, vamos a discutirlo". Una postura que por definición se aleja de instalarse en la cultura de la negación. Al contrario es una invitación al diálogo.

2º- El radicalismo. El movimiento ecologista no dialoga, adopta una postura radical en la defensa de sus intereses y en ese proceso produce un perjuicio a la sociedad. Muy relacionado con lo expuesto anteriormente, se han intentado situar las posturas del ecologismo con posiciones monolíticas, inamovibles. Sin embargo, en la propia esencia del ecologismo está la necesidad de debatir como expresión máxima de la democracia. Si se reivindica el debate es porque existen diferentes propuestas susceptibles de ser discutidas de forma sosegada y argumentada y por tanto no cabe el radicalismo, sinónimo de ausencia de debate. Sí parece existir, en cambio, cierto radicalismo en el discurso oficial que no ha dado su brazo a torcer adoptando unas posturas autoritarias a la hora de imponer determinados proyectos. En numerosas ocasiones el movimiento ecologista ha solicitado que se debatan otras propuestas alternativas al discurso oficial. La respuesta ha sido la indiferencia y/o el silencio.

3º- La apropiación. "El ecologista soy yo" o más aún "yo soy el ecologismo". En el intento de neutralizar la pujanza del movimiento, existen ciertos comportamientos de algunos actores dirigidos a redefinir el concepto del ecologismo o lo que se considera ser ecologista, orientando esa redefinición a satisfacer sus intereses. En este proceso cada actor intenta apropiarse de parte del concepto. En concreto aquella parte que está relacionada con las formas ecologistas pero desechando el contenido y el fondo. Se busca usurpar la posición de los ecologistas en la Sociedad dotando las propuestas oficiales de una leve pátina verde que contribuye a banalizar el concepto. Es lo que ocurre con los proyectos ferroviarios planteados por el Cabildo en Tenerife y Gran Canaria. En ellos se promocionan los aspectos verdes que pueda tener un medio de transporte colectivo como el tren, para justificar la implantación de un proyecto que en conjunto generará una gran afección al territorio donde se pretende implantar.

4º- La extemporaneidad. El tiempo del ecologismo ha pasado. La gente ya ha asimilado la sostenibilidad. El ecologismo no es necesario. Sorprendente esta modalidad de estigmatización en un momento en el que todos los indicadores ambientales parecen mostrar que estamos inmersos en una profunda crisis ecológica de dimensión colosal y global. El ecologismo no solo no está pasado de moda sino que indefectiblemente será una de las doctrinas que debería regir la sociedad del siglo XXI. Ciertamente lo conseguido por este movimiento en las últimas tres décadas ha permitido situar la cuestión en el imaginario de la ciudadanía. Resta aún la parte más relevante y más complicada; introducir el ecologismo en los programas políticos de los partidos que dominan la vida pública.

5º- La mordaza. En la defensa de sus posiciones e ideas, los baluartes del ecologismo en Canarias no han gozado de las mismas plataformas de difusión y visibilidad mediáticas que poseen los patrocinadores de muchos proyectos de corte desarrollista, ya sean estos públicos o privados. A este respecto es un ejercicio ilustrativo contabilizar los artículos de unos y otros que aparecen en los medios de comunicación convencionales. La casi total ausencia en los mismos de voces críticas con muchos proyectos o la falta de un estrado donde este colectivo pueda expresar sus opciones, muestra la escasa diversidad ideológica de los medios de difusión y su ausente cultura democrática. Una censura que pese a todo y gracias a Internet no ha logrado silenciar al movimiento que ha tenido que realizar un esfuerzo extra en la divulgación de su causa.

6º- La criminalización. El culmen de toda esta campaña de desprestigio llega cuando se iguala a los ecologistas con terroristas sociales. Es lo que ha ocurrido por ejemplo, en el Reino Unido o en EE.UU. Según un documento interno del Ministerio de Justicia británico, se incluyen a los ecologistas en una lista de grupos peligrosos para la seguridad nacional junto a otros grupos terroristas como Al Qaeda (¿Son los ecologistas unos terroristas? 20 minutos. 11.02.10.). Sin ir tan lejos, en las islas se les ha tildado de terroristas sociales de forma gratuita y con total impunidad por algunos de estos actores sociales. Una auténtica falacia que ha contribuido a marcar el movimiento de forma negativa. Las acciones del ecologismo han sido desarrolladas de forma absolutamente pacífica. Ante la ausencia de violencia es incorrecto emplear el término “terrorista”.

Hace mucho tiempo que navegamos a bordo de un navío impulsado, no por la fuerza del viento, sino por la combustión de las propias vigas de madera que apuntalan la estructura de la embarcación, en pos de llegar a no se sabe muy bien qué meta en una carrera competitiva frenética. La estigmatización del movimiento ecologista no contribuye a solucionar este dilema y cuestiona el carácter democrático de nuestra sociedad.

Foto 1: Montaña de Tindaya. Fuerteventura. El proyecto de Eduardo Chillida generó un potente movimiento de protesta contra el vaciado de la montaña que proyectó el artista vasco.
Foto 2: Faro del Tostón. El Cotillo. Fuerteventura. Una zona donde la Plataforma Salvar El Cotillo denunciaron un proyecto urbanístico de enormes dimensiones y que el TSJC paralizó con posterioridad.

4 comentarios:

  1. El handicap del movimiento ecologista consiste en reivindicar un conservacionismo radical y no haber sido capaces de proponer alternativas a la ocupación del territorio. La especie humana debe vivir en algún sitio y eso provoca una deterioro evidente. Todas las especies han sobrevivido en el planeta beneficiándose de sus bondades

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  2. Discrepo del anterior comentario. Salvo algunos visionarios radicales aislados, el ecologismo no niega el aprovechamiento de la naturaleza para la vida humana.
    La mayoría de los ecologistas nos oponemos a la destrucción de recursos naturales para el enriquecimiento insaciable y luchamos contra la falacia del crecimiento a cualquier precio. Lo que defendemos los ecologistas es la conservación del medio, precisamente para la preservación de la vida de la especie humana. Al sofisma de que "la especie humana debe vivir en algún sitio", respondemos que si se destruye ese sitio, todos los sitios, la especie humana no podrá vivir.

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  3. Que se lo pregunten a los antinucleares que estos días han obstaculizado la llegada a Alemania del tren con residuos procedente de Francia. Ha habido incidentes y mucho conflicto con la policía. ¿No se dan cuenta que es positivo que la energía nuclear forme parte del mix energético de los países? Contribuye a reducir la dependencia del petroleo diversificando las fuentes de energía y reduce las emisiones de CO2.

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  4. El movimiento ecologista es intrínsecamente pacífico. Entre sus propuestas está construir un mundo libre de guerras. En toda acción ecologista pueden existir acciones violentas aisladas que no representan ni son auspiciadas por el ecologismo. Sin embargo, la campaña de criminalización que comento en el artículo hace que un altercado violento en una acción ecologista cope las primeras planas de los medios con relativa rapidez. Es injusto.

    ¿Alternativas? ¿Propuestas? Las hay y muchas o qué significa la necesidad de potenciar del actual sistema de guaguas frente al proyecto ferroviario, la creación de un carril bus para mejorar la accesibilidad. O qué si no son las distintas propuestas de reciclaje de residuos que se han propuesto frente a la incineración. Y qué me dices de potenciar el actual Puerto de Santa Cruz frente a la construcción del superpuerto de Granadilla. O de impulsar un turismo más responsable basado en la regeneración y la recuperación de espacios en lugar de continuar destinando más territorio a la construcción de complejos hoteleros. Permíteme recordarte además que el tendido eléctrico de Vilaflor se evitó porque algunos, con buen criterio, mostraron que un tendido subterráneo o paralelo a la autopista era posible.

    Respecto a la energía nuclear. Se podría hablar tanto de si es realmente necesaria. Permíteme recomendarte un libro "El espejismo nuclear. Por qué la energía nuclear no es la solución, sino parte del problema". (Ed Los libros del lince). Entre muchas de las cosas que se comentan en el libro te adelanto que la energía nuclear tiene 4 grandes problemas irresolubles por el momento. A saber; Su enorme coste económico, su seguridad no garantizada, el problema de los residuos y el riesgo de la proliferación nuclear

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