domingo, 28 de noviembre de 2010

Una vía política para los movimientos sociales


Una sociedad democrática, cualquiera que sea su tamaño, está siempre formada por una pluralidad de individuos cuya totalidad participa en el poder en la medida en que cada uno tiene, tanto como los demás, la posibilidad efectiva de influir en lo que ocurre. Lo que de ningún modo está en práctica en nuestras sociedades democráticas, que, antes bien son lo que yo llamaría oligarquías electivas y liberales, con estratos sociales bien protegidos en sus posiciones de poder. (Pág. 179)

Capítulo: Los envites actuales de la democracia. 1986.
Una sociedad a la deriva. Entrevistas y debates (1974-1997). C. Castoriadis. 2005 

Dice C. Castoriadis en Una sociedad a la deriva, que la acción política es fundamental para tratar de cambiar el entorno social y en ese sentido considera que el lugar de la política es la sociedad misma. El autor pone el acento en la necesidad de que la actividad política responda a las demandas de la ciudadanía y que esa actividad esté generada por el mayor grupo de actores sociales. En concreto el autor comenta que:

Hay que despojarse de las ideas recibidas; en particular de la idea de que la única acción política es la de los partidos, que implica consejeros municipales, diputados, etc (…) El lugar de la política es la sociedad (Pág. 172 y 173)

Oportunas palabras en un momento como el actual donde la política tiene grandes dificultades para resolver los problemas de la gente y cuya agenda está siendo influenciada (por utilizar una palabra suave) por actores económicos externos al parlamento, que es donde en teoría se realiza la política.

El divorcio entre lo que ofrece la política y lo que necesita la gente no es una cuestión de los últimos tres años de crisis, es un fenómeno que hunde sus raíces en el hecho de que las actuales estructuras políticas no facilitan la participación del ciudadano. Si el ciudadano está alejado de la esfera política difícilmente puede participar. En ausencia de una participación real las propuestas que dimanen del quehacer político distarán mucho de lo que quiere la ciudadanía. Una cuestión que afecta a la calidad de la democracia actual.

Una pregunta pertinente es si el ciudadano quiere participar. Es cierto que hay un sector de la población que se mantiene al margen. Quizás porque es consciente que dada la configuración de nuestras democracias la participación real es una quimera. Sin embargo, si desde el sector político se facilitara esa participación creando los mecanismos necesarios, hasta el punto de que este colectivo ciudadano que se mantiene al margen percibiera mejoras ciertas en su modo de vida como consecuencia de esa participación, a buen seguro se involucraría completamente.

En esta situación estamos en la actualidad. Hay una serie de temas, cuya solución es urgente y afectan a la vida cotidiana de las personas que ni las instituciones ni los partidos políticos actuales están sabiendo afrontar y en su caso solucionar. La razón; los actores políticos actuales se encuentran inmersos en una gigantesca y opaca red clientelar donde priman los intereses de una oligarquía bien instalada en sus posiciones de poder. Además, en el plano individual, se han desactivado los procesos participativos y de discusión social que permitirían contrastar ideas y construir una conciencia colectiva que profundice en la calidad de la democracia.

Muchos de esos temas a solucionar están directamente vinculados con las causas de la actual crisis; en el plano económico, la desmesura de las finanzas, los altos niveles de especulación del sistema económico o la desregulación de la globalización; en el plano social, el desempleo, la pobreza, las desigualdades entre estratos sociales; en el plano medioambiental el cambio climático, el agotamiento de los recursos energéticos, la presión sobre el territorio. Dar una respuesta política a todo ello es de una urgencia total.

Todas estas problemáticas son el resultado del actual modelo económico y social. Como indicaba José Vidal Beneyto es totalmente lícito preguntarse si una democracia plural es compatible con el capitalismo.

Sin embargo, hay otro sector que está organizado, tiene una serie de propuestas y está pidiendo con insistencia y muchos argumentos participar, que se le tome en cuenta. Más en concreto es un sector consciente de que tiene derecho a participar y además lucha por transformar el status quo. Ese sector de población es el colectivo que nutre a los actuales movimientos sociales. A este respecto Castoriadis comenta:

¿Por qué la gente emprende estas actividades? Porque han comprendido que ni las instituciones estatales ni los partidos responden a sus aspiraciones y a sus necesidades, que son incapaces de responder a ellas. (Pág 169)

Se podría argumentar que el movimiento que logró impedir el inicio de la cumbre de la OMC en Seattle en 1999, carecía de propuestas y/o de un programa de acción concreto. Más de una década después de aquel punto bisagra, los movimientos sociales han logrado organizarse, situarse y hasta crear una batería de propuestas pertinentes. Esto se ha traducido en un fortalecimiento de lo que se llama la Sociedad Civil mediante la eclosión de todo un entramado de organizaciones críticas que han incrementado el grado de biodiversidad social, base de una verdadera democracia.

La vocación incluyente de los movimientos sociales, su estructura de organización reticular donde grupos sociales dispares son capaces desde distintos puntos geográficos o virtuales (descentralización), configurar una acción de resistencia transversal que denuncia problemas diversos y heterogéneos (la desigualdad de género, la insostenibilidad medioambiental y la contaminación urbana, la pobreza, el colapso de la movilidad urbana, la falta de atención a la tercera edad…) pero que están interrelacionados al ser consecuencia de un mismo sistema de organización económico - social, son elementos definitorios que se han logrado apuntalar en los últimos años.

Un afianzamiento cuya mejor carta de presentación es la gran batería de propuestas, muchas de ellas concretas, que han aportado los movimientos sociales en un intento de cambiar nuestro modo de convivencia. A este respecto responden las propuestas configuradas alrededor de la teoría del decrecimiento, la economía ecológica y el principio de precaución, la renta básica de subsistencia y las propuestas de redistribución de la renta, la imposición de una tasa contra las transacciones financieras mundiales, las acciones para evitar el cambio climático, el impulso a las renovables y las medidas para una movilidad sostenible, las propuestas para mejorar el acceso a una vivienda digna, las fórmulas que profundizan en una democracia participativa, la economía solidaria, la justicia social y la condonación de la deuda externa y tantas otras proposiciones maduras que ponen en tela de juicio la actual configuración social y económica.

Quizás falta encontrar un relato político que conecte con una mayoría de la población que permita extender su causa. Para ello es preciso realizar un esfuerzo pedagógico destinado, en lo posible, ha reorientar ese discurso hacia una perspectiva positiva, abandonando el anti, el contra o el no característicos de épocas vinculadas a una organización difusa de los movimientos. Y sobre todo se requiere un plan de acción y una estrategia clara que refrende ese discurso positivo y sea la expresión de ese relato político que se ofrezca a la ciudadanía. Será imprescindible para resistir ante la previsible intervención de España por parte de la UE y tomar posiciones en las próximas elecciones autonómicas en mayo de 2011 y ante las generales de 2012.

Ese relato de carácter político redirigido a una perspectiva positiva, ese plan de acción podría surgir si el movimiento social da el salto a la esfera política mediante un movimiento sociopolítico que sea capaz de promover soluciones a la triple crisis actual desde el lugar mismo donde se toman las decisiones, el parlamento y las diferentes instituciones políticas. Porque como dice el mismo Castoriadis:

No habrá transformación de la sociedad sin actividad política explicita y elucidada. La actividad política es necesariamente colectiva. Nos hace falta, pues, una colectividad política que luche y actúe para la transformación de la sociedad, para la instauración de una sociedad autónoma. (Pág. 172)

Los niveles de abstención que arrojan las citas electorales, la falta de diversidad en las propuestas planteadas por los grandes partidos y sobre todo la pujante demanda de participación democrática de un sector de la población, hacen pensar que hay espacio político para una fuerza política que sea capaz de articular las propuestas del amplio abanico de movimientos sociales. Ya hay algunas fuerzas políticas que han sido creadas con esta línea de pensamiento en Canarias y en el resto de España. Esperemos que su fortalecimiento sea progresivo, sería una buena muestra de crecimiento democrático de nuestra sociedad.

Foto 1: La balanza social. El Roto. En El País. 28.11.10
Foto 2: Uno de los logos del Foro Social Mundial. En Paradygmas en el siglo XXI

2 comentarios:

  1. Interesante reflexión pero soy escéptico. La desproporcionalidad del sistema electoral actual hará muy difícil la supervivencia de los partidos pequeños. Tendrían que lidiar en un contexto "democrático" en el que ya están enfangados los demás partidos. Además ahí están los resultados de las ILP´s propuestas al parlamento. Unas ILP´s rechazadas por los mismos agentes políticos que tienen escasos incentivos para que salgan adelante

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  2. Gracias por tu comentario

    Sí, la verdad es que en Canarias hay una nefasta historia de Iniciativas Legislativas presentadas al parlamento y luego rechazadas o ni siquiera debatidas.

    Sin embargo, me parece que el panorama que describes en tu breve comentario es demasiado negro.

    No podemos instalarnos en la indefensión. Yo creo en la labor de los partidos pequeños que trabajan con perseverancia desde lo local. Obviamente los resultados de estos trabajos no se obtendrán en el corto plazo pero debemos esperar que mejorando su relato político puedan llegar a más gente para provocar un cambio.

    También hay una labor personal e individual que podemos hacer para intentar mejorar las cosas. Consistiría en mantener una actitud crítica hacia quienes nos gobiernan y hacia aquellos que
    pretenden obtener una posición ventajosa perjudicando al resto. Censurar cualquier forma de corrupción, ya sea política o privada. Reclamar la defensa del medio ambiente y mayor justicia social. En fin, defender la búsqueda de la igualdad en la sociedad, único indicador real de progreso.

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