lunes, 5 de septiembre de 2011

La desigualdad

 
Según declaraciones del Presidente del Gobierno de Canarias durante la campaña electoral de los pasados comicios autonómicos, la prioridad en este nuevo mandato sería generar más puestos de trabajo. Una prioridad que también lo es para sus nuevos socios de gobierno, el PSOE. Igualmente es un objetivo ineludible para el PP que no ha dejado de martillear a la opinión pública indicando que los gobiernos de derechas son más eficaces para gestionar las crisis que los de izquierdas. A tenor de este consenso en las prioridades de los tres grandes partidos, parece que la creación de puestos de trabajo sea una novedad no contemplada con anterioridad a las inaceptables cifras de desempleo que manejamos en la actualidad. Algo sorprendente si tenemos en cuenta que la tasa de paro canaria no ha bajado del 10% en los últimos 16 años salvo en el primer trimestre de 2001 y en el segundo trimestre de 2007, según datos de la EPA.

No solamente no se crean puestos de trabajo como quedó demostrado el pasado julio para sorpresa (supuesta) del máximo mandatario canario (Canarias va contracorriente y suma 1.666 parados en julio. La Opinión. 03.08.2011), tampoco se distribuye la riqueza generada en el archipiélago. La entrada de más turistas y la promoción de grandes infraestructuras son insuficientes para absorber una tasa de desempleo de las mayores de Europa. Además los réditos que generan se quedan en capas sociales ya acomodadas y no llegan a los sectores de la población en peores condiciones económicas. Una dinámica que genera más desigualdad, más exclusión y por tanto más pobreza. Un estudio del ISTAC nos indica que casi 95.000 hogares sobreviven en Canarias con unos ingresos inferiores a 350€ (Unos 16.000 hogares canarios sobreviven con 180 euros al mes. Canarias 7 07.08.2011).

Un fenómeno que parece enquistado como han venido demostrando muchos de los estudios socioeconómicos realizados por Cáritas, donde el nivel de pobreza en las islas se sitúa por encima de un preocupante 25%. (La tasa de pobreza alcanza el 31% en Canarias, según Cáritas.Canarias 7. 03.06.2010). ¿Es posible reducir la desigualdad en un contexto de recortes masivos que afectan a los servicios sociales básicos como sanidad o educación cuyos destinatarios son, precisamente, las capas con menos recursos de la sociedad? (Los recortes autonómicos y las subidas fiscales afectan ya a los más pobres. El País. 11.08.11). ¿Han contribuido instrumentos como la Reserva de Inversiones Canaria (RIC) ha generar más empleo? o por el contrario ¿Ha impulsado la desigualdad desde el momento en que ha sido utilizada perversamente por agentes económicos que buscan eludir sus obligaciones tributarias y dirigir sus inversiones hacia actividades especulativas de toda condición?

Hay una relación estrecha entre la sociedades con sistemas electorales poco proporcionales o donde el número de partidos políticos que gozan de representación en las cortes es escaso, y el grado de desigualdad que soportan. Las sociedades más igualitarias son las multipartidistas donde el poder está distribuido equitativamente. Casualmente la ley electoral canaria es una de las más antidemocráticas de Europa debido a las injustas barreras que institucionaliza. Como consecuencia de ello, el nivel de representación en las cortes es muy bajo, existiendo amplias capas de la población que carecen de representación. Es probable que Canarias fuera un buen ejemplo de correlación entre amplia desigualdad y escasa representación política.

Que el incremento de la desigualdad social es uno de los resultados de esta profunda crisis que experimentamos desde la implosión de las subprime durante el 2007 en EE.UU, es una de las consecuencias más aceptadas por parte de sociólogos y economistas de toda índole. Unas desigualdades que ya existían pero que en un escenario de abundancia se soslayaron ocultándolas irresponsablemente. En España, un estudio de Gestha, el sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda, indica que las grandes corporaciones defraudan al fisco una cantidad de más de 42.000 millones de €, una cantidad similar a la mitad de los fondos empleados en el rescate de Portugal. (Las grandes empresas defraudan más de 42.700 millones de euros al año. El Mundo. 09.08.11). Esto ocurre en todo el territorio nacional sin excepción y muestra una contradicción flagrante; mientras se focalizan los recortes sociales en las clases trabajadoras se evita irresponsablemente detraer dinero allí donde se encuentran las mayores bolsas de recursos económicos. Al tiempo, los medios para luchar contra el fraude y la economía sumergida dejan mucho que desear en un país como España, en la supuesta élite mundial del desarrollo. ¿Es factible luchar contra la desigualdad social en este contexto? ¿Es viable minimizar la desigualdad social en un contexto general que reivindica reducciones masivas de impuestos, se denigran los incrementos impositivos y donde la política fiscal aplicada carece de un grado de progresividad suficiente?

Los graves disturbios ocurridos en Londres durante el pasado mes de agosto se han producido en algunos de los suburbios de la extensa capital inglesa. Los ocurridos en Francia durante el 2005 también tuvieron lugar en los suburbios de la capital francesa (¿Por qué hay disturbios en Francia?. BBC. 04.11.2005). Una similitud que lejos de ser una coincidencia apunta a una posible causa común; el descontento de una parte de la población como resultado de unas desigualdades que cada vez se hacen más evidentes, aún en el mundo desarrollado. El hecho de que las revueltas hayan surgido en las periferias de las grandes ciudades, esos entornos transformados en espacios de exclusión social y urbana donde se acumulan gentes de baja condición social y el hecho de estar vinculadas con cuestiones étnicas, parecen favorecer esta interpretación. Sin embargo, desde los medios de comunicación y desde el poder político se presentan estos acontecimientos como brotes de violencia y pillaje desconectados unos de otros. Una presentación del asunto parcial y superficial. Lejos de ofrecer una explicación objetiva y profunda de la cuestión, se incide en un reduccionismo deliberado por parte de unos poderes que parecen muy interesados en ocultar la verdad de lo que ocurre. Una reflexión pendiente que no se quiere hacer o no interesa realizar por cuanto afecta a una de las bases del sistema político y económico que nos gobierna; en qué grado se redistribuye la riqueza que se crea.

Emilio Ontiveros nos ponían en alerta hace unos meses en un interesante artículo indicando que la desigualdad no es rentable (La desigualdad no es rentable. Emilio Ontiveros. El País. 01.05.2011). El autor hacía hincapié en las consecuencias del incremento de la desigualdad y recomendaba un cambio en los objetivos de los gobiernos. Es urgente poner en el centro de las prioridades públicas la mitigación de la desigualdad social. A tenor de lo visto en la actualidad, en ninguno de los escalones del poder, ya sea el autonómico, el estatal o el europeo, parece que se le de importancia a este asunto.

Hemos ido de lo particular a lo general para terminar con lo que dice la teoría. Al contrario de lo que se hace habitualmente. La conclusión, sin embargo, parece ser la misma. La desigualdad es una bomba de relojería que amenaza con hacer estallar todo el sistema. ¿Nuestros gobiernos están realmente interesados en solventar el problema de la desigualdad?

Imagen 1: Eneko.
Imagen 2. El Roto.

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