domingo, 11 de diciembre de 2011

Las Teresitas; el paradigma de una era corrupta (II)

    
Lo que pone de manifiesto es que el fuero de los parlamentarios se está prestando para, a base de alargar las causas, conseguir impunidad. Es increíble que en este país al yerno del Rey, miembro de la Familia Real, lo pueda imputar y empapelar un juez ordinario y a toda esta farándula, que han aprovechado su actividad política para meterse en asuntos en los que no se debieran meter, pues resulta que tienen un blindaje utilizando el fuero. Este tema del fuero es una vergüenza, una antigualla que ya no tiene sentido y una contradicción flagrante con uno de los principios constitucionales que es la igualdad ante la ley.

Conocer el backstage de la sociedad canaria es interesante porque nos indica de qué está hecha, si de corrupción y envilecimiento o de justicia, democracia y legalidad. No deberían sorprender los mecanismos que el ser humano es capaz de habilitar para crear una segunda esfera de relaciones y comportamientos con sus iguales. Una especie de segunda sociedad que funciona como trasunto modificado de la primera y cuyas características son la ilegalidad, la degradación moral y la ausencia de la ética más absoluta. Una segunda sociedad furtiva que se oculta deliberadamente por parte de sus promotores al entendimiento y la crítica de la ciudadanía pero que contribuye al funcionamiento de la primera, la que vemos todos en los medios y captamos en la cotidianidad del día a día bajo una apariencia de legalidad, normalidad y naturalidad.

Un backstage que funciona gracias a la existencia de un sórdido engranaje perfectamente engrasado con el lubricante que proporciona el dinero fácil, la ausencia de moral de sus protagonistas, la soberbia de personalidades encaramadas a lo más alto del poder y la creencia de que sus actos quedan impunes porque dominan los resortes para ello. Todo esto apuntalado, todo hay que decirlo, por una extendida indolencia política de una parte importante de los canarios que hace tiempo claudicaron de sus responsabilidades ciudadanas. Todo ese backstage se muestra a las claras a la sociedad canaria desde que el pasado día 1 de diciembre se desclasificara el sumario del caso Las Teresitas.

En la aparente normalidad de lo ordinario ocurren comportamientos que permanecen ocultos al común de la ciudadanía. Estos comportamientos muestran las desigualdades que dispone cada uno de los ciudadanos que conforman la sociedad en cuanto a sus oportunidades para sobrevivir. Se descubren déficit de gestión y demuestran una cuestión vital para entender nuestra sociedad; que la corrupción está ahí, casi como una institución inmanente a la que se recurre como una opción disponible entre otras muchas.

Una cuestión legítima que podemos plantear es cómo es posible que los promotores de esta gigantesca trama de corrupción, perfectamente orquestada y planificada, fueran capaces de mantener una conducta corrupta e ilegítima, como la que se desprende de la lectura del sumario, desempeñando al mismo tiempo el papel de presuntos representantes del pueblo y de la democracia en los cargos que representaba cada uno de ellos. Pues reduciendo la disonancia que debió generar en sus conciencias la doble condición de una imagen pública que es opuesta al comportamiento que practicaron en las cañerías del poder. Una reducción que se tuvo que articular a través de ignorar tal contradicción. Una vez ignorada psicológicamente la disonancia moral, desparecía el obstáculo personal para delinquir. ¿Y cómo es posible que un individuo ignore el choque psicológico que le produce su conciencia frente a un comportamiento delictivo? La respuesta hay que buscarla en la pérdida de valores y la degeneración de una sociedad que ha permitido que todos estos individuos imputados, políticos, empresarios, banqueros, periodistas, abogados, etc, hayan podido integrar sin dificultades un comportamiento personal contradictorio con sus responsabilidades públicas.

Una reflexión a aplicar también a la figura de los empresarios. Los buenos empresarios tienen en cuenta el entorno y la comunidad donde sus negocios tienen lugar. Es evidente; si se desdeña el cuidado de la comunidad, existe la posibilidad de que la obtención de beneficios se esfume. ¿Exime la lícita búsqueda del beneficio privado que persiguen los empresarios de emplear para ello cualquier argucia o estratagema que se les ocurra vulnerando la legalidad vigente? En absoluto. La pérdida de valores masiva que se advierte en la presente época ha llegado hasta el concepto mismo de empresario, desvirtuando su función en la comunidad. Unos empresarios que no arriesgaron ni un euro en esta operación no deben catalogarse como tales. Son simple y llanamente captadores de rentas para perjuicio de la comunidad. Ante tantos casos donde se descubre a posteriori que los desmanes campan a sus anchas, es preciso que aceptemos que la corrupción es algo habitual y normal en esta sociedad donde la ética y la moral son categorías descatalogadas, abandonadas en la práctica habitual, arrinconadas en las mentes de quienes los perpetran.

Una aceptación de la existencia de la corrupción no para asumirla acríticamente, sino para combatirla desde la convicción de que la política actual es consustancial a la misma y por tanto cabe exigir el máximo grado de transparencia a quienes la desempeñan. Dejar al descubierto todos y cada uno esos déficits, de los vacíos y los parches que se aplican para esconderlos y que en situaciones normales pasan desapercibidos, parapetados detrás de declaraciones mentirosas, disimulados tras conductas que pasan por simular naturalidad, escondidos o ignorados después de acuerdos pretendidamente democráticos o legítimos, sepultándolos mediáticamente bajo acontecimientos de segundo orden que se venden como noticias, es un imperativo para construir una sociedad transparente, justa y democrática donde todos podamos vivir en armonía.

Y en ese proceso de sacar a la luz lo que ocurre tras las cortinas de la democracia, es imprescindible la existencia de un Estado de Derecho que sea capaz de intervenir con la contundencia necesaria en la regulación y la sanción de conductas ilegítimas. Para que la corrupción y todos los tejemanejes no salgan rentables a quienes los perpetran. Un Estado de Derecho ágil que sepa sortear las trabas que estos perpetradores arrojan a menudo contra él desde el propio sistema, aprovechando las lagunas e indefiniciones que posee para obstaculizar su correcto funcionamiento. Porque no basta con ser conscientes del problema, hay que atacar las causas que permiten la aparición de los mismos. Y esa exigencia solo puede venir de la mano de la gente de la calle, que debe rescatar y recuperar sus obligaciones cívicas y ciudadanas. Hoy la única oposición posible y real, es la que pueda venir desde la calle (Alberto Montero Soler dixit).

Unas obligaciones ciudadanas que debemos recuperar y aplicar perentoriamente para no dejarnos embaucar por campañas periodísticas interesadas. El caso Las Teresitas se alargará aún más por aforamientos y por la burocracia jurídica. Y la dilación hará que el tiempo efectúe su brutal trabajo en forma de olvido, prescripciones y resignación de una parte de la sociedad frente al problema. Mientras, la ciudad se recupera del saqueo a duras penas y el dinero público robado continúa dando sus réditos en paraísos fiscales a quienes lo robaron. Todo ello abona el terreno para que el caso se salde con condenas laxas y una aceptación indiferente de la opinión pública. Ojalá nos equivoquemos.

Imagen: Playa de Las Teresitas. En Rinconcito Canario

5 comentarios:

  1. http://www.lacasademitia.es/2011/12/las-teresitas-el-paradigma-de-una-era-corrupta-ii/

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  2. Recogemos firmas pidiendo la dimisión de Zerolo por el comportamiento revelado en el sumario.

    http://actuable.es/peticiones/pide-dimision-miguel-zerolo-aguilar-como-senador

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  3. Sí, desde aquí hemos firmado hace unos días y difundimos tu iniciativa a través de nuestro Twitter.

    Gracias por el recordatorio
    Saludos

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  4. Déjense de tonterías, Canarias está como está, bajo todos los puntos de vista, pero en especial en el económico, porque tenemos unos gobernantes ineptos que, si hubieran sido serios, hubieran tirado la toalla hace ya algún tiempo. Aparte, las sospechas de corrupción que caen sobre ellos, sobre los políticos en general y sobre los empresarios amigos. El día que la JUSTICIA actúe sobre los políticos-imputados, con toda seguridad amanecerá en las Islas Canarias. Por si acaso yo le he pedido a los Reyes Magos que la justicia encuentre un hueco para juzcar a tanto político y empresario corrupto; será el principio del resurgir de Canarias y el fin de tanta golfería.

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  5. Gracias por el comentario.
    Espero que esos Reyes Magos te oigan. La Justicia está en mínimos escandalosos en España y en Canarias. Somos escépticos respecto a que la Justicia desempeñe en este caso un papel, no ya ejemplar, sino justo. Los casos de corrupción en general suelen salir rentables a quienes los perpetran. Suelen resolverse con penas mínimas de inhabilitación y sin que la administración recupere el dinero robado. Hay muchos casos que lo demuestran. Eso sin mencionar la inadmisible dilatación del proceso hasta el olvido más absoluto. Respecto a tu afirmación de que los políticos debieron tirar la toalla hace tiempo si hubiesen sido serios, no lo comparto. Estos no conocen el concepto de responsabilidad o de dimisión. Solo lo aprenderán si hay una ciudadanía que se lo pida, algo que tampoco está extendido de manera suficiente.

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