domingo, 15 de enero de 2012

Breve nota sobre un discurso prescindible

 
Desconocemos si la audiencia de la que goza el discurso con el que el presidente del gobierno canario mortifica a los isleños anualmente es alta o baja. Hemos de decir que en fechas tan señaladas no conviene perder el tiempo de forma tan banal. Quien les escribe sí se molestó en leer la transcripción que algunos medios escritos hicieron del mismo en días posteriores, después de que algunas redes sociales que están haciendo un trabajo estupendo en Canarias, criticaran ciertas frases memorables del máximo mandatario que, como otras muchas, pasarán a formar parte de los anales de la retórica política. Al leer dichas críticas nos asaltó la curiosidad y no quisimos dejar pasar la ocasión de volver a conocer un diagnóstico tan desacertado de la realidad canaria.

En su discurso de fin de año el máximo responsable canario no solo se contentó con declarar que estamos haciendo bien las cosas respecto a las medidas aplicadas contra la crisis y la creación de empleo. También dijo que los canarios sabemos hacer bien las cosas y que, de hecho, hemos hecho bien las cosas. En definitiva, ausencia absoluta de una autocrítica constructiva con lo realizado en el pasado y también en el presente más inmediato. Algo que le compete exclusivamente a este gobierno conservador e inoperante que sufrimos desde hace casi dos décadas. Nos preguntamos si el Ejecutivo conoce de verdad la realidad canaria, si la ignora descaradamente o pretende crear una ficción mediática cuyo objetivo último es ocultar los hechos.

Admitir que a Canarias le cuesta reducir sus índices de paro por su condición alejada e insular supone enfocar equivocadamente el problema. Significa, además, aceptar de forma acrítica, inmovilista y manipuladora que la economía canaria parte de una situación de desventaja respecto del resto en virtud de unos presuntos defectos innatos e insalvables. La resignación en política es inadmisible porque es sinónimo de incompetencia. Pero peor aún es aparentar resignación porque muestra que no se gobierna para la ciudadanía en conjunto sino para un sector concreto de ésta, normalmente relacionada con las redes clientelares del tándem CC-PSOE. Supone ignorar las enormes ventajas competitivas que existen en Canarias y que se pueden utilizar como palancas de cambio. Un victimismo, aparentado o no, contraproducente que luego no es óbice para reclamar a Europa y a España todo tipo de ayudas económicas y políticas de apoyo. Ayudas que a tenor de los resultados se han aplicado con resultados nefastos para los intereses socio-económicos canarios. Cabe preguntarse, en consecuencia, quiénes son los responsables de una lamentable aplicación de esas políticas, dónde han ido esos recursos que han venido desde Europa y desde el estado Español, qué se puede hacer para reconducir la situación. Si este gobierno no sabe responder a estas preguntas de forma transparente o se considera incapaz de sacarnos del pleno desempleo, más vale que haga las maletas y haga honor a lo que es en virtud de sus resultados electorales, una coalición de fracasados.

Es más que dudoso que el actual ejecutivo canario desconozca la incontestable evidencia de desigualdad social que se apuntala año tras año en Canarias producto de sus propias políticas. Lo que nos lleva a concluir que sus declaraciones, a la luz de los principales indicadores sociales, muestran un enorme interés en ocultar la realidad. En definitiva, este gobierno continúa gobernando exclusivamente para ese sector de la sociedad que está saliendo reforzado de esta crisis; aquellos grupos económicos locales que se benefician de una posición preferente de poder a costa de generar desigualdad social. Para ellos y solo para ellos iba dirigido el discurso, probablemente menos del 3% de los canarios. Probablemente esa haya sido la audiencia que tuvo el discurso.

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