sábado, 25 de mayo de 2013

400 ppm

  
…si las consecuencias del cambio climático consisten en el desplazamiento de las zonas habitables y de las regiones de cultivo, en el avance de los desiertos y en que haya escasez de agua por un lado e inundaciones por otro, esto afecta el equilibrio existente en el campo de tensión internacional en materia de geopolítica, de poder y de recursos políticos; y, visto de ese modo, no hay absolutamente ningún argumento que pueda refutar la idea de que en el siglo XXI el cambio climático generará un potencial de tensión mayor con un peligro considerable de llegar a soluciones violentas. 

Guerras climáticas. Harald Welzer. 2010. 

La reducción del límite de velocidad de los 120 a los 110 Km/h permitió a España reducir el consumo de combustibles. También posibilitó el ahorro de unos 450 millones de €, reducir el déficit comercial español, disminuir los accidentes de tráfico y el riesgo de perder vidas en la carretera. Esa decisión es una prueba de cargo de que es posible una política respetuosa con el medio ambiente con resultados evidentes para el bien común y la comunidad. Si la decisión funcionó, como admitió el mismo Rubalcaba, ¿por qué razón se restableció el límite de velocidad? Es evidente que falta voluntad política para tomar decisiones que respeten el medio ambiente. También es una tarea vital mitigar la influencia sobre el ejecutivo de grupos de presión como el de las energías fósiles. Cuatro meses después se restableció el límite de 120 km/h. El gobierno socialista lo justificó de forma poco decorosa y se volvió a las andadas.

En algún momento del último lustro leímos que el grado de contaminación mundial atribuible a la actividad humana había descendido. La causa, la ralentización del crecimiento económico como consecuencia de la crisis. Fue en 2009, cuando las emisiones de CO2 se redujeron. Aquel año algunas zonas de Occidente ya estaban sumidas en la crisis y ese dato se interpretó como un pequeño alivio dentro del desastre económico que comenzaba a vislumbrase. Un consuelo ingenuo. ¿Era aquel dato correcto? A posteriori habría que interpretarlo con reservas porque lo cierto es que las emisiones de gases de efecto invernadero continuaron creciendo en el 2010, 2011, y se apunta que 2012 puede alcanzar niveles récord. Lejos de existir una relación directa entre crecimiento de las emisiones de CO2 y el crecimiento económico, parece más correcto pensar que con el actual modelo económico las emisiones de gases perniciosos no se reducirán. Algunos estudios estiman que el crecimiento de las emisiones globales de CO2 superan en un 58% los niveles de referencia de 1990 que consideraba el malogrado Protocolo de Kioto.

La intensificación de los procesos basados en la quema de combustibles fósiles debido a su agotamiento puede ser una explicación. También, el empuje de los países emergentes como China, Brasil o la India puede proporcionarnos otra explicación. En estos países la crisis ha hecho menos estragos que en EE.UU, la UE o Japón y, por tanto, la voracidad del consumo de los países que han ganado poder adquisitivo han provocado que sus emisiones se hayan mantenido más o menos constantes. Además, y más importante aún, su modelo de crecimiento continúa por los mismos derroteros extractivistas que han sido práctica común en Occidente. También hay que mirar a la paradoja de Jevons o efecto rebote. Cuando se perfecciona la tecnología aumenta la eficiencia con la que se usa un recurso. Dicha eficiencia crea un efecto llamada que origina un aumento final del consumo y, por tanto, un agotamiento de recursos.

El pasado 10 de mayo la prensa publicó otro dato que apunta a que las emisiones lejos de descender continúan en aumento. La estación meteorológica situada en el volcán Mauna Loa en Hawaii, arrojó que la concentración de CO2 en la atmósfera terrestre alcanzó las 400 partes por millón de moléculas. Se trata de un centro de medición situado sobre el volcán de la isla más grande de ese archipiélago que, según lo publicado, cuenta con los suficientes datos históricos como para otorgar relevancia científica al indicador. Un dato que revela, una vez más, que la protección del medio ambiente ha quedado relegada entre las prioridades políticas, cuando la situación actual invita a reconducir un modelo de crecimiento insostenible.

La gestión de la crisis se está enfocando exclusivamente hacia la resolución de los efectos más superficiales de la misma, concentrados en el ámbito económico y concretamente en el subsector financiero, desdeñando por completo los impactos que la crisis provoca en otras áreas de la sociedad, como el ámbito social o el medio ambiente. Una evidencia que muestra el interés particular de los que dirigen la gestión del presente trauma en salvar sus intereses más directos, ignorando deliberadamente otros problemas de fondo que también están en el epicentro de la crisis.

Podemos seguir como hasta ahora, con unos esquemas de pensamiento y comportamiento que nos han llevado al desastre más absoluto, o exigir una sociedad más respetuosa con el entorno, con cambios profundos en el actual estilo de vida, en los modos de consumir y de relacionarse con los otros y con el territorio. No parece que el medio natural aguante mucho más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario