miércoles, 24 de septiembre de 2014

Revisión crítica de dos décadas de poder establecido en Canarias


Solo cuando estás en la ruina descubres que hay que comer todos los días, fíjate qué bobada. 

Rafael Chirbes. En la orilla. 2013. 

Resulta cómico ver a Rivero y a Pérez con la misma fecha de caducidad como responsables del Gobierno de Canarias. Pero más cómico es escuchar a algunos decir que Rivero va a fundar un nuevo partido político con el que concurrirá a las Municipales de 2015. ¿Alguien en su sano juicio votaría a ese presunto partido después de que Canarias, que pareció un artefacto en ascenso durante la primera etapa nacionalista, un aerostato que surcaba los cielos durante la mal llamada década prodigiosa, pinchara hasta estamparse contra el suelo y ardiera en llamas? Dudoso parece pero en esta tierra todo es posible. No obstante, aprovechando la próxima sustitución de las cabezas visibles de la jefatura de gobierno canaria, podemos reflexionar sobre lo que ha significado para este Archipiélago la presencia en el Gobierno del PP, del PSOE y sobre todo de CC en los últimos tiempos.

Esa década a la que llaman prodigiosa, cuyos presuntos avances se atribuye CC (accede al poder en el año 93), es la que va desde 1996 a 2007. Periodo en el que supuestamente se reconocieron las especificidades del Archipiélago en la UE y se convalida el Régimen Económico y Fiscal (REF). Es la fase en la que el sector turístico canario se consolida como actividad masiva. El ciclo en el que se produce un florecimiento económico y social asociado a una mejora de las infraestructuras, derivada, a su vez, de los flujos económicos que llegaban a raudales desde la UE. Un caudal de dinero que permitió, en palabras de los nacionalistas y sus acólitos, que Canarias progresara (ese era el término que utilizaban) como nunca en sus 500 años de historia. Los nacionalistas acostumbran a proclamar que esa era fue posible por su presencia activa en Madrid y en Europa (la voz de los canarios). Una presencia que permitió un fértil régimen de pactos para las Islas con los partidos políticos nacionales.

Pero más allá de esos fastos y de esa propaganda política, lo cierto es que también fue una época donde las desigualdades estructurales no se mitigaron. Un ciclo en el que los responsables políticos no se preocuparon por analizar el destino final de aquél torrente de recursos económicos; si solucionaban problemas enquistados a nivel social, económico o medioambiental, o si por el contrario los agravaba o posponía en el tiempo. Fue una era en la que la corrupción avanzó, furtiva e impune, oculta como un gusano que devora el interior de cualquier ser vivo y solo deja la apariencia de la piel exterior. Un lapso de tiempo en el que se creó un REF a la medida de un tipo particular de empresarios locales, con poco recato en valorar los efectos negativos que tendría sobre el resto de agentes sociales. Y ¿qué pasó con la producción cultural propia? Se le prestó nula o poca atención. Pero se hizo todo lo posible por organizar conciertos masivos (e ilegales) en playas turísticas con estrellas internacionales.

Durante aquel tiempo se apuntaló el monocultivo turístico, desdeñando otras posibilidades de la economía canaria vinculadas a su agricultura, a sus fuentes de recursos renovables o más importante aún, a la creación de una economía del conocimiento (universidades y enseñanza de calidad, I+D+i, …) que aportara un valor añadido diferencial para las Islas. También, fue aquella una época miserable porque los tres partidos mayoritarios, pero sobre todo CC y PP, perpetraron una reforma de la Ley Electoral canaria que elevó las barreras electorales. Un blindaje (el más alto de España y de Europa) que ha favorecido a los tres partidos mayoritarios y ha dejado fuera del Parlamento otras sensibilidades políticas que existen en Canarias. Como los trileros, jugaron con las cartas marcadas para mantener el poder político.

El Diario.es
El impacto de la crisis que vive el Archipiélago en la actualidad ha sido proporcional a todos esos problemas no solucionados durante la sedicente década prodigiosa. El hundimiento de hoy, la incapacidad para afrontar colectivamente esta crisis de forma menos dolorosa se incubó en esa década que algunos presentan como exitosa. Un hundimiento macerado lentamente en esos años de pompa en ausencia de una prensa local crítica y combativa. Todo ello adobado, todo hay que decirlo, por cierta renuncia de nuestras responsabilidades ciudadanas para con nuestros políticos. Al menos hasta las activas y masivas movilizaciones en los primeros años del s. XXI (pioneras en España en poner en solfa un modelo de desarrollo economicista y una manera de tomar decisiones autoritaria). 

Y este Gobierno que ha sido comandado por Rivero (llegó y se irá sin ganar una sola convocatoria electoral) a partir de aquel año que prologó la crisis (2007), primero en compañía del popular Soria (amigos para siempre parecían) y luego en asociación con el socialista Pérez (hacía mucho frío en la oposición), ha sido responsable de la profundidad del naufragio, de la invalidez para que Canarias se levante puesto que sus políticas han variado muy poco. Aquellos débiles cimientos explican las causas y consecuencias del colapso: el actual retraso escolar; la baja calidad de nuestra enseñanza; una desigualdad de las más altas de España y el salario medio anual más bajo del territorio peninsular. También una ley de Dependencia mal aplicada y de las menos dotadas; una sanidad privatizada y deteriorada, que tiene su dramática expresión en unas listas de espera inaceptables por una sociedad que se autodenomina desarrollada. Un sector turístico disparado sin efecto sobre un desempleo galopante; un mínimo y olvidado sector industrial; una de las regiones con más políticos imputados (en causas judiciales que se alargan y enquistan)….De aquellos polvos estos lodos, de aquel boato esta austeridad impuesta y tergiversada, de aquel griterío de las élites esta desesperación común.

Y ahora que está de moda hablar de democracia interna en los partidos, cuando se habla de regeneración política en las Islas, cuando los partidos que han (mal)gobernado Canarias rebuscan en sus aparatos nuevas caras que ilusionen (¿nuevas políticas también o solo nuevos candidatos para que todo cambie pero todo siga igual?) para las próximas Municipales y Generales de 2015, pretenden que ignoremos lo que han consumado en estas dos últimas legislaturas: una tasa de paro que supera un tercio de la población activa; más infraestructuras de dudosa utilidad social que llenan un territorio frágil y limitado; un catálogo de especies protegidas fraudulento; el apoyo de los tres partidos a la implantación del gas en las Islas; el retraso deliberado al avance de las renovables; un apreciable índice de pobreza y desigualdad; miles de canarios que han abandonado su tierra o la negativa a una reforma honesta de la Ley Electoral canaria.

Por eso cuando Rivero anuncia, en el crepúsculo de su gobierno y después de 6 años de crisis y una década prodigiosa (solo para algunos), una reforma fiscal para que paguen más los que más tienen (¿van a derogar la RIC, van a luchar con más fuerza contra el fraude fiscal, van a combatir la economía sumergida?) no queda más que denunciar su infinita desvergüenza. Cafres que han hecho lo que han querido en estas Islas de espaldas a la ciudadanía.

Para desbancar a Coalición Canaria del poder, para desalojar a PP y PSOE como sempiternos compañeros de viaje de los nacionalistas en la jefatura de gobierno, solo hace falta presentar un programa político que tenga como único y último fin gobernar para la gente. Y cumplirlo, sobre todo cumplirlo. Tan fácil y tan difícil. Democracia en estado puro.

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