martes, 26 de abril de 2011

Lo pequeño es hermoso

  
¿Cómo hacer para comenzar a demantelar la codicia y la envidia? Tal vez comenzando a ser menos codiciosos y envidiosos nosotros mismos, o evitando la tentación de permitir que nuestros lujos se conviertan en necesidades y por un sistemático análisis de nuestras propias necesidades para encontrar la forma de simplificarlas y reducirlas. Si no tenemos fuerzas para hacer ninguna de estas cosas, ¿podríamos, por lo menos, dejar de aplaudir el tipo de progreso económico que adolece de falta de bases para la permanencia y a la vez dar nuestro apoyo, por modesto que sea, a quienes no teniendo temor de ser tildados de excéntricos trabajan por la no violencia como ecólogos, protectores de la vida salvaje, promotores de la agricultura orgánica, productores, caseros, etc?


Lo pequeño es hermoso. E.F. Schumacher. Pág. 37

El presidente de la patronal de los constructores (FEPECO) admitía, hace poco, que las grandes obras de ingeniería como el puerto de Granadilla o el anillo insular no crean empleo, solo permiten el funcionamiento de la gran maquinaria (Antonio Plasencia admite que obras como el puerto de Granadilla no crean empleo. El Día. 31.03.2011). Desconocemos qué clase de intereses económicos no declarados oculta ese conspicuo personaje del poder fáctico en Canarias para realizar unas declaraciones llenas de realismo como esas. No nos confundamos, en la sociedad del culto a lo económico nada responde a la casualidad y todo tiene una explicación casi siempre relacionada con intereses económicos personales o con pretender marcar el paso a la esfera política, algo que otros han explicado con gran elocuencia (La cuadratura del círculo. Canarias Ahora. J. García Luján. 13.04.11). En todo caso, la aseveración del sr. Plasencia es la demostración definitiva, por venir de alguien que conoce los entresijos del sector, de que la idolatría al gigantismo que se ha perseguido en Canarias en lo relativo a las infraestructuras, es un modelo obsoleto, fundamentalmente porque la riqueza que genera va a parar a las manos de los pocos que accionan la tramoya económica, la mayor parte de las veces sin riesgo importante para ellos que lo desvían hacia el resto de la sociedad. Unas declaraciones que no sorprenden a quienes han denunciado este modelo dilapidador de recursos (Puerto de Granadilla, el gran fraude. F. Castro Morales. Ben Magec-Ecologistas en Acción) pero que terminan de desmontar una de las ficciones más grandes (la presunta necesidad del puerto de Granadilla) alimentada en Canarias en las últimas décadas por la santísima trinidad de esta sociedad economicista; políticos, empresarios y toda la corte de creadores de opinión que les secundan. Si no crea empleo, si el puerto de Santa Cruz no está colapsado, si ninguna naviera está interesada en operar en Granadilla, si las condiciones eólicas y de batimetría de la zona no recomiendan esa ubicación. ¿Queda alguna justificación para impulsar dicha obra? Ninguna, salvo las que provengan de esa otra ficción denominada gas natural y que pretenden introducir los mismos promotores de ese gigantismo con idéntica levedad de argumentos a la que nos tienen acostumbrados.

Hace casi 40 años, en 1973, un economista crítico con las economías de Occidente, E.F. Schumacher, publicó Lo pequeño es hermoso, uno de los texto de referencia en lo que a sostenibilidad se refiere. El texto vio la luz al culminar un proceso intelectual-académico que tenía diferentes frentes y en el que las preocupaciones por el deterioro medioambiental ya estaban presentes en la sociedad desde, al menos, la década de los 50. Visto en retrospectiva el texto tuvo el oportunismo de ser publicado justo antes de las crisis del petróleo que vendrían con posterioridad (1973 y 1979), antes del accidente nuclear en Three Miles Island (1979) que provocó una profunda fobia a todo lo relacionado con la radioactividad, antes de que se lograra reunir suficiente evidencia a favor del agujero de la capa de ozono (mediados de los 70), antes de la tragedia de Bhopal en la India (1984) o Chernóbil (1986), antes de que las mayores amenazas tecnológicas se hicieran evidentes para la sociedad a través de los efectos nocivos de los clorofluorocarbonos, el CO2, el metano…En este sentido fue un texto visionario. Muchos de los asuntos tratados por este economista comenzaron a ser patentes a partir de principios de la década de los 70. El informe del Club de Roma, Los límites del crecimiento (1972) fue un buen antecedente académico que sirvió para poner en tela de juicio un modelo de desarrollo dilapidador de recursos naturales.

En esta pertinente reflexión sobre la sostenibilidad, Schumacher indicaba que (...) el sistema de producción masiva, basado en una tecnología sofisticada intensiva en capital, con una dependencia energética alta y ahorradora de mano de obra, presupone que ya se es rico, porque para establecer un solo puesto de trabajo se necesita una cantidad considerable de inversión de capital. El sistema de producción por las masas moviliza los recursos inapreciables que poseen todos los seres humanos, sus cerebros inteligentes y sus manos habilidosas, y los apoya con herramientas de primera clase. La tecnología de la producción masiva es inherentemente violenta, ecológicamente dañina, autodestructiva en términos de recursos no renovables y embrutecedora para la persona humana. La tecnología de la producción por las masas, haciendo uso de lo mejor del conocimiento y experiencia modernos, conduce a la descentralización, es compatible con las leyes de la ecología, es cuidadosa en su uso de los recursos escasos y se adapta para sevir a la persona humana en lugar de hacerla sirviente de las máquinas. (Lo pequeño es hermoso. E.F. Schumacher. Pág. 162 y 163). Unas declaraciones que ya advertían sobre los efectos negativos de una tecnología sobredimensionada y cuya aplicación al caso canario se adapta con total perfección.

Un texto esclarecedor cuyas ideas fundamentales poseen, casi 40 años después, una vigencia absoluta en la medida en que denuncia con gran clarividencia los pilares de la sociedad de hoy (lo que obliga a reflexionar sobre si lo realizado en téminos de sostenibilidad después de la publicación de esta obra, es suficiente o no):

1º- El problema de la producción no está resuelto. En un mundo finito no podemos crecer de forma indefinida. Una cuestión que está en la base del actual sistema de organización social y económica.
2º- La tecnología ha evolucionado de forma tan rápida que simultáneamente ha originado problemas de imposible solución hasta el momento. Una reflexión que adelantaba la teoría de la Sociedad del Riesgo desarrollada a mitad de los 80. De ahí la urgencia de desarrollar una tecnología de rostro humano que permita al individuo vivir en armonía con su entorno.
3º- La exigencia de que lo económico no sea la única visión que determine decisiones que involucran también al plano social o al ambiental, alertando de los efectos del economicismo posterior que ha sido una constante desde los 80 y de la necesidad de introducir herramientas multidisciplinares para afrontar problemas que tienen diferentes manifestaciones.
4º- La importancia de impulsar las cuestiones éticas en los planes educativos para resolver los aspectos más profundos del ser humano.
5º- La necesidad de contar con el juicio de la gente corriente y no solo con el de los denominados expertos en todas aquellas decisiones que afectan de forma directa a la ciudadanía. Una reflexión precedente a todas las teorías relacionadas con la participación ciudadana.
6º- La cuestión de la energía y la vital necesidad de reducir el consumo energético. De ahí la locura de considerar siquiera la opción de la energía nuclear como modo alternativo de producir energía.
7º- En definitiva, un modelo de convivencia social basado en la codicia y el egoismo como motores de avance de una sociedad preocupada solo por un tipo de progreso, el material, que entra en contradicción directa con las bases de la vida en el planeta.

Tal como indica Faustino García Márquez, no podemos perder de vista el reloj: las crisis continúan avanzando hacia nosotros, sobre nuestros vecinos, el tiempo juega en contra nuestro y, sobre todo, en contra de nuestros descendientes, los dueños de la Tierra. Por eso, ya va siendo hora de indignarnos, de encontrarnos, de actuar, porque si no conseguimos transformar nuestro mundo, fracasaremos nosotros y los arrastraremos a ellos en nuestro fracaso. (¿Otro mundo es posible? F. García Márquez. Canarias Ahora). La dilación en la toma de decisiones que posterguen posibles soluciones a estas cuestiones juega en nuestra contra y en la de nuestro entorno. En esta sociedad del culto al gran tamaño hay toda una comunidad que soporta los efectos de ese gigantismo, sobrevive a duras penas y es necesario proteger (Descubiertas 20 nuevas especies marinas en Canarias. Diario de Avisos. 01.04.2011). Una comunidad que parece estar oculta por sus pequeñas dimensiones pero cuya importancia, en cambio, es vital. No nos referimos solo a determinadas especies animales, también a las vegetales, al paisaje como elemento de soporte, en suma al territorio. Todo ello ejerce funciones específicas en el gran ecosistema que es la naturaleza y es ahí donde reside algo tan importante como es la biodiversidad. Una biodiversidad que ha sido violada de forma descarada en numerosas ocasiones desde las instituciones canarias mediante la creación de leyes ad hoc que permiten el encaje de viales en espacios protegidos, a través de la utilización sesgada del concepto de interés general y modificando catálogos de especies protegidas de forma más que dudosa. Otras veces han sido objeto de la burla más irresponsable por parte de una clase política y empresarial que no ha interiorizado en su discurso el elemento natural y/o ambiental. Estos y por extensión el ser humano, son los principales perjudicados de un modelo de desarrollo con evidentes gestos de agotamiento. Una deriva que no nos podemos permitir en unas islas cuyo principal atractivo es su paisaje. Un comportamiento que debemos reconducir ya que hay suficientes elementos de preocupación.

Imagen 1: Portada del libro Lo pequeño es hermoso. E. F. Schumacher. 1973
Imagen 2: Caracola pirámide una especie encontrada en la expedición Oceana Ranger. En El País

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