jueves, 19 de abril de 2012

El precio de la independencia; el silencio

  
Las compañías poderosas no sabían que la línea entre el hambre y la ira es muy delgada. Y el dinero que podía haberse empleado en jornales se destinó a gases venenosos, armas, agentes y espías, a listas negras e instrucción militar. En las carreteras la gente se movía como hormigas en busca de trabajo, de comida. Y la ira comenzó a fermentar. 

Las uvas de la ira. John Steinbeck. 1939 

Muchos han sido los autores injusta e interesadamente ignorados por los portavoces culturales del momento. Arrinconados por las principales terminales mediáticas de este país. Desprestigiados por el actual establishment político y económico que decide sobre las cuestiones más relevantes que nos afectan. Muchos de ellos pronosticaron la actual debacle durante la época de fastos y propusieron medidas para reconducir una situación insostenible que implosionaría. Inmersos ya en la debacle, también pronosticaron que el dogma de la austeridad solo conducía a agravar las deterioradas condiciones sociales. Nadie les hizo caso. Han predicado en el desierto pero han sido archipiélagos de conocimiento con argumentos honestos en un océano de confusión, desconcierto, intereses, mentiras, egos e incompetencia. El tiempo les está dando la razón.

El silencio es el precio de la independencia, decía Joan Martínez Alier en el número de febrero de Le Monde Diplomatique en torno a la desatención que durante la Transición recibieron, por parte de la clase política del momento, los autores que integraron la Revista Cuadernos de Ruedo Ibérico. Con gran capacidad de análisis crítico y rigurosidad previeron muchos de los problemas que aquejaban y aquejan a la sociedad española.

J.R.Mora
Desde que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, constreñido por los poderes europeos, anunciara sus medidas para afrontar la crisis el pasado día 12 de mayo de 2010, han pasado casi 2 años. 730 días de duros recortes en la economía española que venía sufriendo ya la Gran Recesión desde 2008. Una estrategia que no solo no ha enderezado la situación actual, la ha deteriorado aún más y los indicadores económicos, sociales y ambientales están ahí para corroborarlo. El reciente gobierno del Partido Popular prosigue la misma táctica por medio de una obsesión reformista que amenaza con cambiar definitivamente áreas clave de la sociedad en un tiempo récord. Todo ello a pesar de que hay evidencia clara de que continuar por este camino ni generará confianza en los mercados, ni servirá para reducir el déficit, ni calmará la prima de riesgo. Los casos de Grecia, Portugal e Irlanda están ahí para quien quiera verlos. También el de Islandia, único país que logra recuperarse después de afrontar la crisis con heterodoxia económica. Ellos optaron por castigar a aquellos dirigentes políticos y económicos cuya gestión pecó de plegarse a los intereses del capital internacional socavando los intereses sociales.

Si las medidas aplicadas por el bipartidismo español (doble reforma laboral, subida de impuestos, amnistía fiscal, privatizaciones en sanidad, educación y en las últimas empresas públicas que sobrevivieron a los 90, recortes en la inversión pública, inminente cambio en la ley de costas, apoyo gubernamental a las eléctricas y a la banca, etc.) no sirven para crear empleo, para mejorar el bienestar de la gente o para superar una situación crítica, entonces ¿Por qué se continúa por esta vía? ¿Cuál es el verdadero fin que persiguen?

Según algunos de estos autores, después de la larga fase de creación y mantenimiento de la burbuja, propiciada por ambos gobiernos (José Manuel Naredo), lo que se estaría operando a nivel internacional es una modificación de la arquitectura económica mundial (Juan Torres). Los mercados europeos ya no son lo rentables y atractivos que deberían para el capital internacional ante la enorme crisis de demanda existente. La modificación del polo económico de referencia hacia la zona asiática, con unos costes laborales más reducidos y por tanto con mayores posibilidades de competir, obligarían a Europa a prepararse para rivalizar con otras zonas económicas según esta nueva fase de evolución del capitalismo (David Harvey). Para ello, las principales estructuras de poder económico y político europeo, de clara ideología neoliberal o neocaciquista (José Manuel Naredo) presionan y legislan para garantizar la reducción de los costes laborales, el desmantelamiento del Estado del Bienestar, el debilitamiento definitivo de las estructuras sindicales, la cesión al capital privado de todo aquello que se gestionaba desde el ámbito público y en fin, el desmontaje de todo lo que huela a la Europa Social (Jorge Uxó y Fernando Luengo). Para justificar semejante ataque al desmantelamiento de los derechos sociales adquiridos, es necesario crear previamente un contexto propicio para socavar la normal resistencia de la opinión pública y de la ciudadanía en general. Un contexto caracterizado por el miedo y el pánico (Joaquín Estefanía) a que las economías sean intervenidas, a la suspensión de pagos, al desempleo permanente. Lo cual no significa que no ocurra. La presión puede modularse para acelerar los cambios perseguidos. En definitiva, un estado de shock (Naomi Klein) capaz de quebrar la disidencia y paralizar la resistencia. Bajo esta interpretación, ni siguiera el Euro estaría en peligro (Vicenç Navaro). Se amenaza con su descalabro para alcanzar los objetivos mencionados y, en consecuencia, el deterioro de las condiciones de vida de las poblaciones en beneficio de una minoría de privilegiados que mantienen el poder económico y político (Vicenç Navarro) mientras se sigue ocultando la verdadera causa de la crisis (Vicenç Navarro).

En Canarias el poder establecido también aplica su particular dosis de silencio a todos aquellos colectivos que han denunciado un modelo de desarrollo caduco e insostenible. Colectivos que han logrado visibilizar numerosas problemáticas a la opinión pública canaria han estado tradicionalmente al margen de la toma de decisiones políticas, aún cuando muchos de sus argumentos, razonamientos y propuestas han demostrado mayor calidad que las aportadas por los grupos económicos y políticos que detentan el poder en las islas. Ha sido así con la política de infraestructuras altamente impactante que se promueve, con la ausencia de una política de gestión sostenible de residuos, con una ordenación del territorio que satisface a los caciquismos locales, con la marginación de las energías renovables y el mantenimiento de una alta dependencia de los combustibles fósiles, etc.

Esto demuestra que las estructuras de poder político y económico son tremendamente opuestas a debatir abiertamente estos problemas. Contrarias a asumir propuestas que procedan de la ciudadanía. Incompatibles con una verdadera participación ciudadana. Resistentes al cambio. Antagónicas a mostrar qué intereses reales persiguen en sus decisiones y planes. Opacas o muy poco transparentes en transmitir a quién pretenden satisfacer. Proclives a mentir de forma descarada, repetitiva e impune. El resultado es su propia deslegitimación ante la sociedad. En consecuencia, no se gobierna para la ciudadanía o para una gran mayoría de la misma. Se gobierna para un colectivo reducido y elegido de individuos. Toda una muestra de democracia. Hoy como ayer, sigue ocurriendo. Quien tiene el poder ignora cualquier crítica que pueda suponer una reducción de sus parcelas de influencia y dominio sobre el resto de la sociedad.

Pero en pleno siglo XXI, en la era de las nuevas tecnologías vinculadas a las redes sociales, con varias generaciones nacidas en democracia, formadas e instruidas, que son capaces de entender y percibir que las condiciones de vida son cada vez más desiguales, que se miente y defrauda a la gran mayoría de la ciudadanía de forma impune….será cada vez más difícil, para quienes intentan sostener algo que se cae a pedazos, mantener este gran casino que lleva por nombre democracia. El nuevo gobierno lo sabe y es consciente de que la única oposición a su estrategia solo puede venir desde la calle, por eso también trata de criminalizar la resistencia pacífica. Pero cuando se huye hacia delante el resultado final suele ser el empeoramiento de la situación, engordando un descontento general (ira) que ahora está latente (fermentando) pero que explotará en cualquier momento.

1 comentario:

  1. http://www.lacasademitia.es/articulo/sociedad/el-precio-de-la-independencia-el-silencio-en-el-oikos/20120421092712004641.html

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