sábado, 9 de febrero de 2013

Ciudades en transición, un debate insuficiente en Canarias


…la acumulación del mundo material en el que vivimos acabará, voluntaria o involuntariamente. Pero el fin de este mundo no es necesariamente el fin del mundo - para citar a Patrick Viveret - puede haber un post-petróleo, después de la acumulación de material, incluso post-colapso... 


Las Islas Canarias están ubicadas en una de las zonas con mayor exposición a los cambios climáticos que vendrán como resultado de la acción del hombre sobre la faz del planeta. Su proximidad al desierto del Sáhara, hace del archipiélago una zona especialmente vulnerable al incremento de las tormentas de polvo que, con toda probabilidad, se producirán con el avance de la desertización en el Sahel africano a consecuencia del cambio climático. Las proyecciones que realiza la Agencia Estatal de Meteorología, dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, estiman un incremento de las temperaturas máximas y mínimas de entre 2ºC y 4ºC para el siglo XXI y una moderada intensificación de la duración de las olas de calor que azotarían al archipiélago. Además, el archipiélago presenta una dependencia del petróleo que ronda el 95%, lo que coloca a las islas en una comprometida situación. No solo está expuesta a la errática evolución del precio del crudo a nivel mundial, con el consiguiente impacto en su déficit comercial, sino que ante una eventual restricción del suministro de este combustible fósil, el archipiélago podría entrar en colapso.

Ambas problemáticas, el cambio climático y el pico del petróleo, son centrales en el denominado Movimiento de las Ciudades en Transición. Sus representantes consideran científicamente probados ambos hechos, de tal modo que solo es cuestión de tiempo que comencemos a sentir directamente los efectos de ambas dinámicas. En este escenario solo queda prepararnos para el choque que supondrá la era post-petróleo. Sorprende que en el archipiélago no esté extendida la reflexión sobre este tema, Canarias es firme candidata a sufrir las consecuencias directas de la era post-petróleo.

El Movimiento de las Ciudades en Transición aboga por atacar las causas primarias que originan el cambio climático, la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), al mismo tiempo que defiende una desvinculación progresiva de las energías de combustibles fósiles, en este caso del petróleo. De este modo se pasaría de atacar las consecuencias del cambio climático y la dependencia del petróleo (vertidos, contaminación atmosférica, residuos, etc.) a combatir sus causas, introduciendo un modelo de organización de la sociedad en base a criterios ecológicos y decrecentistas; consideración de los límites biofísicos del territorio, de la capacidad de carga de los ecosistemas, reducción del consumo energético, reducción de la huella ecológica, generación de fuentes de energía limpias, introducción de la idea de sobriedad en el comportamiento humano, reconsiderar las necesidades, etc. Con ello se consigue fortalecer un concepto fundamental en tal movimiento; la resiliencia. La resiliencia es la capacidad que tiene un organismo, individuo o sociedad para recuperarse y adaptarse sin llegar al colapso, frente a un choque que origina un cambio de sus condiciones de supervivencia. Para el caso de Canarias es pertinente plantearlo así: ¿Qué se está haciendo en las islas para prepararnos ante una modificación brutal de las condiciones de vida en el archipiélago, como resultado de la interrupción del suministro de petróleo o ante la necesidad de imponer una reducción drástica de las emisiones de GEI? La respuesta es nada o muy poco.

Un debate de calado como este afecta al modelo de sociedad presente en las islas. Por tanto, parece imprescindible que para favorecer la discusión entre los agentes sociales, es preciso que la Administración Pública crea en las problemáticas mencionadas y ponga los medios para crear conciencia sobre el asunto desde el ámbito institucional. Sin embargo, no se detecta en Canarias el suficiente grado de reflexión sobre la idea de crear ciudades en transición. Es verdad que el Plan Energético de Canarias 2006 – 2015 (PECAN) contempla la reducción de la dependencia del petróleo hasta rebajarlo al 72,3%. Sin embargo, con el 2015 a la vuelta de dos años escasos parece muy poco probable que la economía canaria pueda prescindir del petróleo hasta ese porcentaje. Además el PECAN es categórico en cuanto a introducir el Gas Natural en el mix energético canario en los plazos más breves posibles. Otra fuente de energía fósil que, aunque reduciría la dependencia del petróleo, continuaría contribuyendo al cambio climático. Rompería por tanto uno de los dos principios básicos del Movimiento.

Lo más flagrante de todo es que Canarias cuenta con condiciones óptimas para el impulso de energías renovables que no solo no se están aprovechando sino que interesadamente se obstaculiza su desarrollo. Por supuesto, no se advierten iniciativas relacionadas con la reconsideración de las necesidades, la promoción de la agricultura local, la creación de cercanía, la movilidad sostenible, el autoabastecimiento, incrementar los niveles de autosuficiencia o el impulso de planes de formación relacionados con las causas y los efectos del cambio climático y el pico del petróleo.

En los últimos tiempos El Hierro ha ocupado espacio mediático por su proyecto de autoabastecimiento sostenible de agua y energía. ¿Podríamos considerar la isla de El Hierro como una isla en Transición? Podría ser un primer paso porque la filosofía del proyecto persigue reducir la dependencia de los combustibles fósiles para generar energía. Sin embargo, lo cierto es que el proyecto contempla también la construcción de plantas de desalación para generar agua. Una decisión que sorprende cuando parece demostrado que los recursos hídricos presentes en los acuíferos de la isla son suficientes para el consumo humano y agrícola presente y futuro. ¿Por qué invertir en unas infraestructuras de discutible necesidad? Quizás la respuesta esté en el hecho de que las desalinizadoras estarían gestionadas por Unelco-Endesa, monopolio habitual en la generación y la distribución en la región. Se ha publicado que su funcionamiento será posible gracias a fuentes de energía renovable. Una deseable decisión que, sin embargo, no está del todo clara.

El proyecto, además, no parece poner en cuestión el consumo de energía y agua ilimitado aunque esta se obtenga mediante la generación de fuentes renovables. Tal como ha dicho Eustaquio Villalva, representante de ATAN: buscar el equilibrio entre población y recursos es aplicar la ciencia y la tecnología a reducir las necesidades energéticas sin mermar la calidad de vida de la población.

El movimiento tiene un atractivo adicional, se presenta como apolítico. La razón es fácil de entender. Si aceptamos probadas las dos hipótesis de partida es seguro que sobrevendrá el colapso. Y ante la irrupción de este no cabe la clásica postura dicotómica de conservadores y progresistas para sobrevivir al mismo. El medio ambiente es una cuestión superior, es el soporte de la vida. Ante la coyuntura que se avecina en el ámbito medioambiental, sería sensato no solo extender estos debates sino comenzar a poner los cimientos de una verdadera sociedad en transición en Canarias para transformarnos en muchos de nuestros comportamientos que ahora lucen insostenibles. Ello permitiría crear un entorno de reflexión del que se podrían sacar conclusiones importantes y vitales para la acción.

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