domingo, 10 de marzo de 2013

Prospecciones; una historia coral contra el medio ambiente (1)

  
Nuestros clientes, los turistas, están acostumbrados a ver plataformas petrolíferas. No creo que se asusten por eso. Además, hace años que pasan barcos cargados de petróleo por aquí por la Refinería y nadie ha dicho nada 


La polémica que existe en el seno de Coalición Canaria en torno a las prospecciones no es más que el trasunto de la pugna entre los grupos de interés que condicionan la economía y la política canaria, la persistencia del ministro de Industria de desbancar a los nacionalistas de la presidencia del gobierno autonómico, y la lucha interna en Coalición por dar paso a nueva sabia que posibilite la renovación del partido. Se trata de una historia protagonizada por un elenco coral donde cada comediante persigue sus propios intereses políticos y económicos personales. No nos engañemos, estos nada tienen que ver con la construcción de una vía económica sostenible en el archipiélago a pesar de la posición contraria a las prospecciones de la presidencia del gobierno regional. Y esto es así porque ninguno de los actores que protagonizan este relato, ha tenido en cuenta nunca los límites naturales que impone nuestro territorio y todos están vinculados a una concepción desarrollista de la economía del archipiélago. Esa concepción desarrollista es la que se pone en práctica con la connivencia política (especialmente la de CC, porque lleva gobernando durante dos décadas) a través de decisiones que provocan gran impacto y deterioro en el territorio, genera grandes réditos económicos y políticos a sus impulsores y producen enormes costes para la mayoría de la sociedad canaria. Las cifras están ahí.

Oil Spill #6,
Discoverer Enterprise, Gulf of Mexico, June 24, 2010. Ed Burtynsky
Para entender esto es necesario que realicemos un breve repaso por las diferentes sensibilidades que caracterizan a gran parte de las élites locales que tienen poder de decisión en Canarias. Entre esos grupos de interés siempre han existido diferentes sensibilidades que han orientado la política económica en las islas. Por un lado, está la sensibilidad pro-energía fósil que ha ocasionado la dependencia del petróleo casi absoluta de la región, obstaculizado el desarrollo de las renovables en el archipiélago, a pesar de las evidentes ventajas comparativas que existen para ello. De otro, destaca la sensibilidad vinculada a un tipo de turismo centrado en el sol, la playa y las grandes instalaciones hoteleras y residenciales. Esta sensibilidad ha potenciado un modelo de carácter masivo y depredador del territorio, dejando grandes plusvalías a sus promotores y una tasa de desempleo estructural, además de gran desigualdad para la sociedad de las Islas. Por último, se encuentra la sensibilidad a favor de las grandes infraestructuras civiles como puertos, aeropuertos, anillos insulares, trenes y demás artefactos tecnológicos que presuntamente colocarían a Canarias en el estándar del bienestar europeo. Estas sensibilidades son la consecuencia de la diversa procedencia de esos grupos de interés; grandes sectores empresariales, determinados consejos de administración, medios de comunicación, cámaras de comercio, grupos financieros,…

Aunque esta concepción desarrollista es común en todo el archipiélago (producto de que estos grupos de interés están introducidos en la mismísima cocina de los tres grandes partidos políticos que controlan las instituciones del archipiélago), la influencia de cada una de estas sensibilidades en cada isla es diferente. Las islas capitalinas, por ejemplo, han destacado por sufrir la influencia de las tres sensibilidades en intensidad similar. Podríamos decir, incluso, que las tres han aunado esfuerzos para la consecución de jugosos negocios que han reportado enormes plusvalías para esos grupos de interés, además de consolidar su poder institucional. Estas sinergias les han permitido, por ejemplo, acelerar la construcción de infraestructuras innecesarias tales como el puerto industrial de Granadilla o el de Arinaga, que se dotarán de sus correspondientes centrales de gas natural. Ambos proyectos garantizan el suministro de energía fósil suficiente para continuar sosteniendo el monocultivo masivo del turismo de sol y playa.

En las islas periféricas, en cambio, la sensibilidad que domina es la del modelo turístico de sol y playa. La dependencia y la escasa diversificación de sus pequeñas economías lo explica. A pesar de lo cual no han reparado a la hora de implantar infraestructuras civiles de gran impacto con el consiguiente beneficio para esos grupos de interés. En la Gomera, por ejemplo, el sistema clientelar configurado por el PSOE desde hace más de un cuarto de siglo, permitió que todas las fuerzas políticas apoyaran la instalación de una embotelladora en Taguluche, luego declarada ilegal por el Tribunal Supremo y el TSJC. Lanzarote ha destacado siempre por sus casos de corrupción urbanística. Allí ha sido habitual la estrecha connivencia entre los políticos que se suceden en el poder y las principales élites económicas locales en asuntos vinculados a la concesión de licencias urbanísticas para construir hoteles en todo tipo de espacios protegidos. En la isla de Fuerteventura, los poderes locales llegaron a justificar una intervención tan desmesurada sobre el territorio como el vaciado de la montaña de Tindaya para incrementar la visita de más turistas. En las islas menores, los grupos de interés pro combustibles fósiles han realizado un efectivo trabajo entre bambalinas. Su objetivo ha sido obstaculizar la instalación de parques que generen energías limpias. O en el caso de la isla de El Hierro participar en la fase de transición hacia un modelo experimental basado en energías renovables pero con el monopolio de Endesa.

Hasta el momento cada uno de estos grupos había coexistido de forma más o menos armoniosa. Nadie ponía en riesgo los intereses particulares del otro, la actuación conjunta garantizaba apuntalar réditos económicos para todos, ninguno osaba inmiscuirse en los asuntos individuales de cada isla, si no tenía como resultado una ganancia neta en esos términos para todos, y existía una clase política que transformaba sus demandas de negocio en falsas necesidades de interés general para la ciudadanía.

Pero este escenario ha cambiado con la posición contraria del gobierno de Canarias a las prospecciones. ¿Por qué? Continuará...

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