viernes, 10 de junio de 2011

Ciudadanía y deslegitimación de las instituciones

  
Las políticas que nos metieron en este follón no eran respuestas a las exigencias ciudadanas. Eran, salvo unas pocas excepciones, políticas abanderadas por pequeños grupos de personas influyentes, y en muchos casos, las mismas personas que ahora nos dan lecciones a los demás sobre la necesidad de ponernos serios. Y al tratar de echarle la culpa a la plebe, las élites están eludiendo algunas reflexiones muy necesarias sobre sus propios errores catastróficos


Existe una corriente de opinión que argumenta que la actual situación económica y social es producto de la pasividad de la ciudadanía. Desde diferentes medios se nos indica que la gente ha perdido su componente ciudadana y crítica con el actual panorama. Si la gente, se nos dice, haciendo uso de su versión ciudadana más genuina saliera a la calle masivamente, la élite política reorientaría el curso de sus decisiones. A nuestro juicio culpar exclusivamente a la ciudadanía de su letargo a la hora de exigir cambios es injusto y tiene un componente interesado; facilita que los responsables de todo este tinglado político-económico no solo dejen de asumir responsabilidades sino que reproduzcan en el futuro las actuaciones y las decisiones que han tomado para meternos a todos en este desaguisado.

Podemos estar de acuerdo que en la situación actual tiene responsabilidad una parte de la ciudadanía que se encuentra asentada en la pasividad, producto de una sociedad anestesiada por el hedonismo y el consumismo. Lo ocurrido en Islandia es la excepción que confirma la regla. Pero también es cierto que hay un sector de la ciudadanía que ha despertado y el movimiento 15-M es la última manifestación de esta repolitización ciudadana pero no la única. En Canarias existe un sector de la sociedad que ha sido pionero en promover diferentes iniciativas legislativas populares (ILP), movilizaciones en la calle que pide responsabilidades, creación de espacios de crítica en redes virtuales, creación de foros de discusión real que generan, al menos, un debate más plural y más independiente…. Diría más, es el responsable del salto a la arena política mediante la creación de una formación ecosocialista que pretende cambiar las cosas.

Ese sector, que no podemos catalogar de minoritario, cargado de buenos argumentos para cambiar la sociedad, está enfrentado a una estructura política institucional que a pesar de ser depositaria de la soberanía popular, es obvio que no desea profundizar en fórmulas que garanticen el protagonismo de los ciudadanos. ILP rechazadas o no debatidas en el parlamento, ninguneo continuo del concepto de interés general, creación de leyes ad hoc para facilitar el encaje de determinadas infraestructuras, austeros recortes sociales, corruptelas, inexistencia de propuestas que avancen en métodos de democracia participativa…son acciones que no responden a crear un modelo de convivencia satisfactorio para el conjunto de la sociedad, responde a satisfacer los intereses de un colectivo muy concreto, la élite económica.

El despropósito llega cuando existiendo la movilización, se acusa a estos ciudadanos de no tener propuestas concretas, precisas y efectivas. Son un grupo heterogéneo, se nos dice con insistencia. La consecuencia es que terminan vilipendiados y estigmatizados por parte de algunos que consideran que sus propuestas están manidas, son simplonas y adolecen de desconexión. Habría que preguntarse si las propuestas presentadas por la élite política mundial para superar la crisis económica actual, son novedosas, si han solucionado algunas de las problemáticas creadas, si responden a una planificación que pretende aliviar el sufrimiento de todos, si son propuestas homogéneas y coherentes. No. No hay más que ver los planes para rescatar a Grecia por segunda vez. ¿No deberíamos situar la carga de la prueba sobre la actual dirigencia política, poseedora del poder y los medios necesarios para reorientar la actual situación? ¿No debería ser la actual dirigencia política la que proponga medidas eficaces y democráticamente consensuadas?

No estamos completamente seguros de que la actual deslegitimación hacia la que derivan nuestras instituciones sea responsabilidad directa de la ausencia de ciudadanía. En todo caso es responsabilidad de aquellos que usan la democracia a su antojo, a su discreción particular, ignorando que las instituciones democráticas deben perseguir el bien común, el consenso de la comunidad e impulsar el interés general. En lugar de esto se ha vaciado de contenido a las instituciones más representativas de la democracia transformándolas en un mero cuerpo ceremonial, un cascarón sin fondo que ha perdido toda capacidad de gestión pública. Un cuerpo sin contenido que luego es también privatizado basándose en la presunta ineficiencia de su carácter público. La democracia es consenso y separación de poderes y en Canarias las decisiones se toman por decreto unilateral con altas dosis de autoritarismo.

¿Es responsable la ciudadanía de que el Cabildo de Gran Canaria, presuntamente gobernado por una coalición de izquierdas en funciones, deje en manos de la empresa Endesa-Enel la explotación de la estación hidroeléctrica de Chira, abandonando la posibilidad de iniciar un cambio sostenible y público en el panorama energético canario? ¿Es responsable la ciudadanía, de la bronca interna del PSC en Tenerife que derivó en la escisión de una parte de sus integrantes? ¿Es responsable la ciudadanía de que formaciones políticas de ideologías aparentemente opuestas sean capaces de unirse para facilitar la gobernabilidad de las instituciones? ¿Es responsable la ciudadanía de que Canarias cuente con la ley electoral más antidemocrática de Europa? ¿Es responsable la ciudadanía de que los recortes sociales realizados hayan sido focalizados en Sanidad o Educación?.... No. Al menos no del todo.

El modelo de democracia que tenemos es un modelo colonizado por una partitocracia que a su vez está secuestrada por una élite económica que la dirige por medio de procedimientos muy claros; reuniones en secreto y en público (La élite político económica un grupito de amiguetes) presuntos estudios rigurosos que pretenden influir sus decisiones (La cuadratura del círculo. J. García Luján. Canarias Ahora. 13.04.2011) y sobre todo apoyo económico por medio de una financiación de partidos opaca, de la que no se habla o no se quiere hablar (Financiación de partidos; la otra piedra angular).

La progresiva deslegitimación que están alcanzando las instituciones tiene como consecuencia la degradación del actual modelo de democracia. Y esa deslegitimación es responsabilidad en su mayor parte de los políticos que están al frente de esas instituciones, elegidos por los ciudadanos ¡cierto! pero por medio de unas reglas del juego tramposas y donde nadie asume responsabilidades.

Son esas reglas las que se tienen que modificar bajo criterios más transparentes y democráticos para lo cual, obviamente es precisa la movilización ciudadana. La abstención es un indicador no solo de la indolencia de esta ciudadanía, también es un indicador de la falta de propuestas políticas y de la monocolor escena política española. No digamos ya la canaria.

Los movimientos sociales han ocupado parte de esa falta de alternativas. Lo han hecho históricamente. En esa tarea está ya mucha gente en Canarias. Hay que seguir por esta línea y crear puntos de conexión entre todos los movimientos ciudadanos. En los próximos meses, en el próximo año, las cosas tenderán a empeorar porque en Europa, en España y probablemente a nivel autonómico, los fanáticos del dolor, en palabras de P. Krugman (Cuando la austeridad falla. Paul Krugman. El País. 24.05.2011) continuarán apostando por la austeridad y la contención del gasto.

Imagen 1: Blog de Javier Monsalvett
Imagen 2: Cartel contra el Puerto Industrial de Granadilla. Tenerife. En el Digital de Canarias

1 comentario:

  1. http://lacasademitia.es/2011/06/ciudadania-y-deslegitimacion-de-las-instituciones/

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