lunes, 19 de marzo de 2012

La dilución de las cajas canarias

  
Lo que pasó con el banco fue un símbolo perfecto de las fusiones oscuras, oligárquicas y tercermundistas de intereses públicos y privados que proliferaron después del crack.

Cleptopía. Fabricantes de burbujas y vampiros financieros en la era de la estafa. Matt Taibbi (2011).

Conviene recordar algunas decisiones que la velocidad de los acontecimientos y la cantidad de información trivial que puebla los medios de comunicación masivos, tiende a sepultar en el olvido colectivo. Recordemos que Caja Canarias, aquella entidad financiera que era considerada el baluarte financiero de la provincia de Santa Cruz de Tenerife se integró con otras tres cajas, Caja Navarra, Caja Burgos y Caja Sol, para dar como resultado la entidad Banca Cívica. En las entrañas de esta nueva entidad La Caja General de Ahorros de Canarias representa, en la actualidad, alrededor del 19% por volumen de activos. Al mismo tiempo, La Caja Insular de Canarias, relevante actor económico en la provincia de Las Palmas de Gran Canaria, forma parte del gigante Bankia junto con Caja Madrid, Bancaja, Caja Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja. En esta entidad, la tercera de España por volumen de activos, La Caja Insular de Canarias, representa aproximadamente un exiguo 5%.

¿Elegido por los clientes? Habría mucho que debatir sobre eso
Recientemente se ha hablado de las necesidades de capital de Banca Cívica. Al no contar con suficientes recursos para cumplir con los requisitos de saneamiento de sus activos inmobiliarios (2.031 millones de €), la entidad se encuentra en proceso de búsqueda de socios que le permitan satisfacer las nuevas condiciones. Y CaixaBank (La Caixa) es la entidad que estaría afilando los dientes para hacerse con Banca Cívica. De producirse una nueva integración, la presencia de Caja Canarias se diluiría hasta un ínfimo 5%. La prensa no ha dudado en vender este proceso como un triunfo que tendría como resultado otro gigante bancario. La Caixa no es la única interesada. También IberCaja ha mostrado interés por negociar con Banca Cívica. Así pues, con estos procesos de integración, en el caso canario como en el resto de España, se abandona definitivamente la oportunidad de crear una entidad local que, con criterios públicos, atendiera las necesidades de desarrollo social y sostenible en las islas, en la línea de crear una banca pública canaria, bien es verdad que a contracorriente de lo que marcan los cánones de la ortodoxia económica. Un proceso de concentración que tendrá consecuencias a nivel laboral cuando se decida redimensionar la estructura laboral de las entidades resultantes.

La estrategia seguida en España, como en otros lugares del mundo producto de la hegemonía de este capitalismo financiero, ha sido la de facilitar la concentración de las entidades financieras de forma que bancos más expuestos a la crisis y por tanto más débiles, fueran fagocitados por los más resistentes y competitivos. En España se impuso, además, que las Cajas de Ahorros, negocio financiero que estaba al margen de los mercados y de la banca (representa alrededor del 50%) se transformaran en bancos permitiendo su desaparición (SIP). Una decisión que ilustra el poder de la banca en la gestión de esta crisis. No solo han sido los detonantes de la misma, además están en una posición ventajosa para indicar por dónde deben ir las estrategias futuras para afrontarla. Estrategias que obviamente beneficia al poder financiero.

Con el discurso de la despolitización de las Cajas de Ahorros, vinculando presencia política con ineficiencias operativas en su gestión, corrupción y despilfarro económico, se ha eliminado un actor esencial en el desarrollo económico, social y colectivo en el ámbito local. En esencia, la presencia política en este tipo de entidades no es un elemento negativo. Existen numerosas entidades privatizadas que han incorporado como consejeros independientes a ex políticos y nadie pone en duda la gestión correcta de las mismas. Dos ejemplos saltan a la vista, José Folgado ex secretario de estado del PP en la época de Aznar es presidente de REE y Elena Salgado, ex ministra de economía, acaba de ser fichada por Endesa. El problema de las Cajas ha sido una gestión sin control, excesivamente vinculada al sector inmobiliario y la ausencia de condicionantes éticos y/o morales que rigieran su comportamiento. Cuestiones estas que poco o nada tienen que ver con la presencia política. Sin embargo, sí está ampliamente documentado que la presunta eficiencia que se ganaría al introducir criterios de mercado en la gestión de estas entidades es un mito.

Otro gigante con mayor riesgo sistémico
La opacidad y oscuridad con la que se ha ejecutado el proceso de reestructuración bancaria es otra características a resaltar. No hemos conocido con exactitud la exposición de la banca y las cajas a la burbuja inmobiliaria. En consecuencia, ¿Los canarios sabemos con exactitud el nivel de exposición de las cajas al crack inmobiliario?. La ciudadanía tampoco conoce las necesidades reales de capital que requieren los actores del sistema financiero español. La falta de transparencia en un asunto de vital importancia como esta, muestra un proceso a todas luces antidemocrático que pretende evitar que se hagan públicas unas prácticas que han excedido cualquier tipo de límite económico, ético, y moral. Un golpe en el prestigio del sector financiero español que obviamente no está por la labor de asumir. Lo que convierte esta crisis en una estafa a gran escala.

Lo más insultante de esta interesada operación es que el poder político, como testaferro del poder financiero, obligue al contribuyente a soportar el coste de la misma. Si se impone que el coste de toda esta macro-reestructuración se realice con cargo al presupuesto público, es de recibo que el contribuyente conozca la totalidad de los detalles de la misma y, además, que se permita su participación directa. Pues ni una cosa ni la otra.

Una razón por la que los poderes políticos han inyectado billones de € de recursos públicos en el sostenimiento del sistema financiero internacional durante la presente crisis, es que muchas de las entidades que lo conforman son demasiado grandes como para que los gobiernos permitan su quiebra. Es lo que en la literatura económica se conoce como el too big to fail. Dos son las razones principales; por un lado el desmesurado tamaño que habrían alcanzado esas entidades financieras, medido por el volumen de sus activos; por otro lado, el excesivo grado de interconexión que estos bancos mantienen con los nodos de la arquitectura financiera mundial. Dos cuestiones que explican el denominado riesgo sistémico; la interdependencia del sistema financiero internacional es de tal magnitud, que el fallo de una entidad podría ocasionar fallos en cascada del resto y en consecuencia el colapso de todo el sistema. El riesgo sistémico de Lehman Brothers es el que difundió la crisis localizada en el sector financiero de EE.UU. al resto del sistema financiero mundial y a la economía real.

¿Es recomendable crear entidades financieras que operan en un entorno global cuyo peso e interconexión crece hasta tal envergadura que su colapso puede originar una crisis sistémica peor que la que estamos viviendo? Rotundamente no. Sin embargo, se sigue haciendo de forma opaca, sin participación ciudadana, transformando la identidad de un actor vital en el desarrollo local, desvinculándolo de su ámbito territorial, creando organizaciones cada vez más gigantes y, para más inri, con dinero del contribuyente. El gran tamaño no es sinónimo de mayor fortaleza y sí de mayor inestabilidad, riesgo y más crisis.

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