viernes, 17 de octubre de 2014

Los arrepentidos de Caja Madrid - Bankia

 
Parece que una ola de arrepentimiento generalizado aqueja a la gran mayoría de los 86 consejeros que eran beneficiarios del opaco mecanismo que posibilitaba la utilización de las tarjetas de Caja Madrid – Bankia (la que deglutió a La Caja Insular de Ahorros de Canarias). De otra forma no podemos interpretar la devolución de las cantidades presuntamente saqueadas a la Entidad a través de este sistema que sorteaba la supervisión del Fisco. El arrepentimiento es un atenuante, es cierto. Pero no sabemos si se hubieran arrepentido si el desfalco se hubiese descubierto en los prolegónemos de esta crisis, sin el ardor que está presente actualmente en la calle, sin el fraude de las preferentes, sin la desigualdad galopante que crece en España.

En cualquier caso, su arrepentimiento (material aunque no sabemos si moral) no deja de ser una magnífica falta de respeto al resto de la sociedad en un contexto de crisis total. Y en todo caso no es suficiente entre quienes actuaron dejando a un lado la moral pública. Mientras estos señores (es un decir) complementaban sus indecentes sueldos multimillonarios con el dispendio que posibilitaba este instrumento de pago, se permitían el lujo de abogar públicamente por el recorte de salarios, por la austeridad o por reducir lo público a su más mínima expresión. Valientes sinvergüenzas. Muchos de ellos se esforzaban en clamar contra la economía sumergida mientras desde la Entidad se contabilizaba, de forma encubierta, los gastos de estas tarjetas para evitar el control de auditores, de instituciones supervisoras y de la mismísima Agencia Tributaria de este país.

Algunos de los arrepentidos. Canarias 7
Si el arrepentimiento no es suficiente, tampoco lo es el victimismo. El victimismo, sobre todo cuando es impostado o forzado, es inadmisible entre una caterva de individuos que gozaron de amplios privilegios políticos y económicos en una entidad financiera que debía dedicarse a financiar proyectos sociales. Los vagos argumentos a modo de disculpas que han dado algunos de los implicados ante el juez o ante los medios de comunicación, en la línea de yo no lo sabía, no me informaron, no me advirtieron, no tengo la culpa, las tarjetas las gestionaba gente de mi equipo,…(pobrecitos), revelan la sinvergonzonería de unos individuos con proyección pública considerados como grandes gestores económicos entre los círculos elitistas (y no tan elitistas porque eran ejemplo para muchos profesionales en el ámbito de la economía y de la política) que toman las decisiones en este país.

Esperamos que con este escándalo se les caiga definitivamente ese marchamo de grandes gestores que le han colgado sus propios amiguetes porque no son más que eso, gente que aprovecha su influencia y cercanía al poder para engordar sus cuentas personales con cargo a los demás. Pura extracción, rentistas profesionales. Y, sobre todo, si se demuestra la comisión de algún delito por este tipo de actuación (administración desleal, apropiación indebida, fraude…) que paguen. No puede haber paz para los malvados de Caja Madrid – Bankia. Los desmanes que asaltan la prensa diaria de este país tienen que ser pagados por alguien diferente al común de los mortales.

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