El pasado día 04.06.2010, se publicó en el diario El País un artículo titulado “Contra el desapego ciudadano”. Un artículo que trataba sobre el desencanto y alejamiento ciudadano de la política que se practica en la actualidad. Además mencionaba el Informe sobre la democracia en España, una herramienta sociológica que intenta medir la calidad de la democracia en nuestro país cada tres años en base a dos criterios fundamentales: “la igualdad política y el control social, entendido este como el derecho de los ciudadanos a influir en las decisiones públicas y en el proceso político”.
El estudio pone de manifiesto que la calidad de la democracia ha bajado de los 6,2 a los 5,8 puntos en los últimos 3 años y son dos las áreas donde este deterioro se profundiza, la economía y la corrupción. Una clase política incapaz de resolver la actual situación económica ofreciendo alternativas y soluciones a los problemas de la gente y un sistema democrático golpeado por importantes casos de corrupción que afectan a todos los partidos políticos es una de las radiografías que realiza el estudio.
Dicho más claramente, un sistema político preso de determinados intereses y/o grupos de presión económicos que evitan o dificultan la toma de decisiones por parte de la clase política de cara a mejorar la situación general de las mayorías y la incapacidad de éstas para influir en las élites políticas, están en el centro del deterioro democrático en nuestro país y es la base de la actual indiferencia ciudadana hacia los resortes del sistema democrático.
A este mismo artículo se refiere el Sr. Paulino Rivero Baute, Presidente del Gobierno de Canarias, en una reseña publicada en ese mismo diario el pasado día 12.06.2010 titulada “La tercera vía”. El Presidente considera que el bipartidismo en que se ha instalado la sociedad española obstaculiza la salida de la actual situación económica por la falta de propuestas del PSOE y por la crispación que introduce el PP, lo que lleva al desapego y desinterés ciudadano que muestran la mayoría de las encuestas realizadas a la población.
Por esta razón reivindica “una tercera vía, un modo de hacer que rompa con esa fotografía e introduzca terceras voces que arbitren procesos de diálogo que generen la confianza y el entendimiento que la ciudadanía está pidiendo a gritos”. Y que le lleva a considerar que “en estos momentos, el PSOE es parte del problema, pero el PP no es la solución”. El Sr. Rivero Baute va más allá y acepta que “un cambio de Gobierno solo traería más de lo mismo” y por esta razón es de la opinión que “un anticipo electoral sería un paso inútil”. Esas terceras voces serían obviamente los nacionalismos.
Las palabras del Sr. Presidente nos muestran con gran expresividad el tipo de nacionalismo practicado en las islas desde el inicio de la etapa democrática en España y más concretamente desde que CC llegó al Gobierno de Canarias en el año 93. Un nacionalismo de corte conservador pero sin una ideología concreta, o mejor, con una ideología que le ha permitido desarrollar una política de pactos con un partido político y al mismo tiempo hacer guiños al gobierno central de turno, en un alarde de pericia pactista y oportunismo político (“…el PSOE es parte del problema, pero el PP no es la solución”). Un nacionalismo centrado en el discurso retórico, en ocasiones excesivamente repetitivo, de defender las singularidades y especificidades canarias al mismo tiempo que esas singularidades se han puesto en peligro de extinción al apoyar un modelo económico dilapidador de recursos naturales. Una economía basada en un sector de la construcción sin límites, tanto de obra residencial como de infraestructuras con cargo a los fondos europeos y una política turística de gran cortedad de miras, dirigida solo al denominado turismo de sol y playa. Ambas dinámicas han provocado un abandono del sector agrícola, reducido a mínimos al sustituir importantes bolsas de terreno fértil para cultivar por suelo para construir.
En el actual orden de cosas sorprende que el Sr. Rivero muestre preocupación por el desapego ciudadano en la política cuando la media de la abstención de las últimas cuatro citas electorales autonómicas arroja una cifra del 37% (1995; 35,50%, 1999; 38,91%, 2003; 35,38%, 2007; 38,73%. Fuente; Portal de la Constituación del Congreso de los Diputados). Una cifra a considerar y que nos indica, al menos en parte, que las políticas desarrolladas por CC en solitario o a través de los pactos con otras fuerzas políticas en los últimos 18 años no han sido capaces de movilizar a una gran parte de la población canaria, en lo que denota una falta flagrante de un relato político atractivo que conecte con la ciudadanía. Un déficit que no es exclusivo de la formación nacionalista pero que en todo caso permite apuntar que el desapego ciudadano respecto a la política actual no es consecuencia de la crisis actual (aunque lo intensifique) sino que es un problema que proviene de mucho más atrás y del que son responsables todas las fuerzas políticas actuales entre otros factores de más hondo calado.
En su artículo, el Sr. Rivero Baute es de la opinión de que “ha fallado la economía y no el Estado de las Autonomías”. Sin embargo, es difícil entender que después de 18 años en el Gobierno de la Comunidad Autónoma, los nacionalistas no hayan tenido, al menos, la misma responsabilidad en el deterioro actual de las condiciones de vida en Canarias que los diferentes gobiernos a derecha e izquierda que se han sucedido en el gobierno central. Máxime, cuando es cierto que la economía ha fallado, pero las políticas desarrolladas en la Comunidad Autónoma distan muy poco del esquema general que rige la política económica española. Ahí están los indicadores sociales y económicos situados en las cotas más bajas de la historia canaria reciente resultado de los recortes sucesivos en los servicios básicos y la fuerte inversión en infraestructuras de gran impacto medioambiental, escasa productividad y empleo precario. Los numerosos casos de corrupción que azotan a las instituciones canarias son otro ejemplo de la connivencia entre el poder económico y el poder político que dominan las relaciones en Canarias y que pone en muy mal lugar a ese Estado de la Autonomía mencionado por el Sr. Rivero.
Casi dos décadas de gobierno que invitan a pensar que la reflexión del Sr. Rivero en el diario El País va más en la línea de situar al nacionalismo canario en una posición victimista e interesada. Una baza que han sabido utilizar hábilmente cuando la situación lo requería pero que dista mucho de la realidad política de la comunidad, donde los nacionalistas han gozado de las suficientes mayorías parlamentarias como para hacer y deshacer a su gusto en todo aquello que consideraban necesario.
Un descontento ciudadano que precisamente por la falta de alternativas de la clase política se ha traducido en un incremento progresivo de su participación en la vida política y social canaria a través de dos mecanismos principales. Por un lado, promoviendo una gran cantidad de Iniciativas Legislativas Populares (ILP) en los últimos 18-20 años (las relacionadas con la vivienda, las de Veneguera en Gran Canaria, la del tranvía al norte de Tenerife, la de la ampliación del Malpaís de Güimar, la del hospital público del sur y suroeste de Tenerife, la de la declaración del litoral noreste de Granadilla en Tenerife como reserva natural especial, la de El Rincón también en Tenerife, la del Hospital del Sur en Gran Canarias, etc). Y por otro lado, la participación de la ciudadanía también se ha instrumentado por medio de frecuentes y multitudinarias manifestaciones ante determinadas decisiones tomadas por el ejecutivo canario (Puerto de Granadilla, centrales térmicas en Agando, PGO de Santa Cruz de Tenerife, la desprotección de especies en peligro de extinción, embotelladora de Taguluche en la Gomera, el tendido eléctrico de Vilaflor, contra la especulación urbanística en La Laguna) algunas de las cuales han sentado las bases para un movimiento ciudadano de cierta solidez. Movimiento que ha sido capaz de aportar soluciones a muchos de los problemas que aquejan a las Islas con mayor grado de eficiencia, lucidez y haciendo uso del concepto de interés general de forma más democrática que la propia Administración.
Estas dos líneas de actuación parecen estar indicando que la ciudadanía canaria ha estado reclamando a la clase política que la gobierna una participación activa en los asuntos públicos. Sobre todo, a tenor de la clase de ILP desarrolladas y del tipo de manifestaciones convocadas, una participación en las decisiones que afectan a su medio ambiente como reacción a una política oficial que considera el territorio poco más que un mero instrumento de producción de todas sus intervenciones.
Por tanto, el Gobierno de Canarias ha tenido multitud de ocasiones para hacer suyo el discurso ciudadano y desarrollar una verdadera política centrada en los problemas de la gente, una política que tenga en cuenta sus reivindicaciones creando “procesos de diálogo que generen la confianza y el entendimiento que la ciudadanía está pidiendo a gritos” tal y como indica el Sr. Rivero a la hora de reclamar una tercera vía de resolución del actual desaguisado económico. La realidad es que la respuesta por parte del Gobierno de Canarias ha sido la indiferencia y la utilización en beneficio propio del juego democrático para desechar esta participación activa, mostrando en muchas de las ocasiones actitudes autoritarias de dudosa justificación democrática que han rebajado la calidad de la democracia en Canarias. Dudamos profundamente de que la respuesta a esta crisis sea dar un voto de confianza (uno más) a la opción nacionalista. Creemos que la crisis actual solo se puede resolver desde abajo, fortalecimiento la Sociedad Civil escuchando sus demandas, fomentando su participación en los asuntos públicos y profundizando en el concepto de Democracia mediante una separación real de los tres poderes.
Entendemos que el escrito del Sr. Rivero no es más que una de las estratagemas del nacionalismo canario para sobrevivir en un contexto de cambio como el actual. Pintan bastos para dicha formación. Los resultados de la última cita electoral autonómica donde pasaron a ser la segunda fuerza política perdiendo 6 escaños ante el fuerte avance del PSOE invitan a pensar en ello. La pérdida del grupo de gobierno en el Parlamento español después de las últimas elecciones nacionales debido al tsunami bipartidista, también apoyan una deriva pesimista para el grupo de Coalición Canaria. No obstante, toda crisis favorece que se consoliden nacionalismos ya existentes, que afloren otros nuevos así como posturas políticas de distinto pelaje, tanto a la izquierda como a la derecha del arco parlamentario, intentando obtener ganancia de pescadores en río revuelto. Quizás en eso esté la formación nacionalista canaria en estos momentos.
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