En “La Carretera” (The Road. Cormac McCarthy. 2006) los protagonistas de la novela vagan por una carretera hacia el sur del lugar donde se encuentran. La infraestructura es el único “canal” que proporciona orientación en un lugar devastado por una catástrofe natural o quizás un accidente nuclear provocado por el hombre en esta Sociedad del Riesgo global que en la novela no se menciona pero que llega a intuirse al leer entre líneas. La carretera es el nexo de unión de los protagonistas con las vicisitudes que les asaltan en su periplo hacia el sur en busca del mar y de unas condiciones climatológicas menos agresivas.
En la versión cinematográfica de la novela (The Road. John Hillcoat. 2009) con una sorprendente fotografía de Javier Aguirresarobe, la infraestructura aparece como un corredor desierto, en ocasiones destruido, que es recorrido esporádicamente por los únicos supervivientes de la catástrofe porque les permite incrementar sus posibilidades de supervivencia, en tanto que les acerca a lugares no saqueados por otros supervivientes. También les hace más vulnerables a los peligros que les acechan a lo largo de todo el recorrido.
Haciendo el supuesto de que la especie humana aprende de sus errores (supuesto refutado en numerosas ocasiones a lo largo de la historia) cabe imaginar que la sociedad postapocalíptica que surgiría con posterioridad a ese gran cisma, regeneraría y recuperaría esos grandes corredores para crear nuevas zonas de esparcimiento público en un acto de devolver al peatón, al ciudadano, el territorio que le pertenece, re-creando una nueva sociedad donde los riesgos que se asumirían a consecuencia del progreso serían menores. Una sociedad que explorara las posibilidades de la ciudad densa, configurada alrededor de grandes nodos de comunicación, privilegiando la cercanía frente a la lejanía. Una sociedad que alertada por la enorme catástrofe provocada por un modelo de desarrollo hiperconsumista y dilapidador de recursos naturales optaría por introducir políticas efectivas de reciclaje en todos sus ámbitos.
Afortunadamente, en el ámbito del urbanismo y la arquitectura ya hay ejemplos de iniciativas similares en todo el mundo. Un claro ejemplo de que las políticas de reciclaje, recuperación y revitalización de espacios son una opción vital en un contexto de crisis crónica además de servir de catalizador para el cambio de un modelo energético basado en combustibles fósiles.
En la ciudad de Seúl, han demolido una antigua superautopista y la han recuperado como espacio público y natural en tanto que por debajo de esa gran infraestructura fluía un río que fue sepultado en los años 60. En el blog Pedestre se hace una interesante crónica de cómo se ha producido el proceso de recuperación del espacio y cómo ha quedado después de décadas de ocupación por parte del vehículo privado.
En la ciudad brasileña de Curitiba entre las décadas de los años 70 y 90 se implantó un sistema de transporte público que usaba el viario ya existente reservando un carril por el que transitarían exclusivamente autobuses de líneas regulares. La iniciativa basada en la creatividad, la sencillez y una baja inversión logró mejorar de forma apreciable la demanda de transporte del 8% inicial al 32%.
Hay que aceptar que, salvo el caso de la ciudad de Curitiba que se ha convertido en un ejemplo de planificación pública, muchas de estas intervenciones están dotadas de una gran dosis de propaganda ecologista en el sentido que intentan implantar una imagen verde dentro de la ciudad. En la gran mayoría de los casos se trata de iniciativas que no introducen cambios importantes en los actuales hábitos de movilidad de la ciudadanía, puesto que supone trasladar el flujo de tráfico a otras zonas, normalmente más degradadas y menos turísticas y los flujos de energía y residuos de la ciudad lejos de revertirse, aumentan. Sin embargo, sí suponen una ampliación del espacio público cedido al peatón y una iniciativa para recuperar espacios que antes eran coto privado del vehículo, de las infraestructuras, del hormigón armado. No se deberían desdeñar estas iniciativas de reciclaje, recuperación y revitalización como fase de transición hacia una ciudad más ecológica y solidaria energéticamente. Apoyadas de una buena estrategia de disuasión del vehículo privado y complementado por una eficiente red de transportes colectivos que potencie la intermodalidad, permitirían una reconversión de la ciudad hacia unos espacios más habitables, menos hostiles y donde el ciudadano en tanto que peatón, volvería a ser el protagonista.
Todo lo contrario de lo que se ha hecho en nuestro país. El modelo económico apuntalado en España en los últimos 15-20 años se ha caracterizado por una doble apuesta que representa las dos caras de una misma moneda, la expansión de la ciudad difusa o urban sprawl a través de una colonización del territorio basada en la construcción de obra residencial conectada a los grandes centros urbanos por diferentes tipos de infraestructuras, como el AVE, las circunvalaciones, el soterramiento de autovías, el desdoblamiento de autopistas o incluso la construcción de nuevos aeropuertos.
Un bucle perverso que se potencia a sí mismo con graves efectos acumulativos. Se buscan zonas más despobladas para “huir” de unos centros urbanos cada vez más contaminados a base de extender nuevas redes de conexión viaria que gracias a un modelo de movilidad de carácter mayoritariamente privado e impulsado por combustibles fósiles, termina contaminando y saturando esos nuevos lugares colonizados. Lo que implica una nula estrategia de creación de cercanía y una especialización de usos de los espacios urbanos cada vez mayor (zonas comerciales, parques temáticos, zonas residenciales, áreas deportivas, etc)
Un círculo vicioso con claras influencias del modelo norteamericano pero aplicado a un territorio mucho más limitado y donde el impacto sobre el medio ambiente es y ha sido de proporciones aún no cuantificadas pero cuyos efectos sí empezamos a experimentar con el colapso reciente de la burbuja inmobiliaria y la saturación de infraestructuras que pueblan el territorio español. Saturación que ha posibilitado que España sea el país con más kilómetros de AVE en construcción del mundo mientras se envía al ostracismo el transporte de mercancías por medio del ferrocarril, infinitamente más ecológico, más eficiente y menos costoso. Un doble efecto cuya principal consecuencia ha sido la suburbanización del territorio producto de una política de infraestructuras cuya finalidad reconocida era conectar las capitales de provincia a menos de 4 horas de AVE.
Si en España el territorio es importante, en unas islas como Canarias, cuya principal actividad es el turismo, el territorio debería ser considerado “cuestión o razón de ser de la Comunidad Autónoma”. Sin embargo, en general se están perdiendo posibilidades inmensas en esta línea. Se continúa fomentando un sistema de ocupación del territorio con grandes niveles de dispersión apoyado en la expansión del vehículo privado, en contra de aumentar o facilitar la densidad de sus grandes núcleos urbanos y se desconocen iniciativas de recuperación o reciclaje de espacios públicos en zonas verdes o de esparcimiento. Solo el Centro Cultural El Tanque en Santa Cruz de Tenerife representa la excepción que confirma la regla. Es de los pocos proyectos que incluyen en su propuesta programática reciclar un espacio dotándole de otra función para la que inicialmente había sido pensada e intentar recuperar el espacio donde se inserta. Paradójicamente vive actualmente una presión urbana sin precedentes al estar rodeado por ese barrio impostado que es Cabo Llanos.
En las capitales de las provincias canarias hay dos claros ejemplos de esta dinámica. En Santa Cruz de Tenerife se ha optado por una solución obsoleta y claramente equivocada para resolver el gran atasco en el que se encuentra la ciudad. Intervención que no soluciona la problemática sino que la posterga construyendo otra infraestructura viaria, la vía litoral, que ejercerá un efecto atractor sobre el tráfico rodado de carácter privado (Santa Cruz de Tenerife, una ciudad insostenible. Por una reconsideración de las infraestructuras del transporte en la ciudad (2)).
En la capital de la otra provincia, Las Palmas de Gran Canaria, se convocó en 2009 un interesante y ambicioso concurso público para mejorar el litoral de la ciudad que tuvo como resultado una doble propuesta ganadora, las tituladas “Una ciudad inteligente para todos” y “10 parques x 10 paseos”. Sin embargo, un año después se desconoce si los proyectos ganadores colaborarán conjuntamente para hacer realidad la iniciativa a largo plazo o si el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha abandonado el proyecto definitivamente, demostrando en ese caso que la convocatoria del mismo no era más que una más de las acciones cosméticas destinadas a mejorar la imagen de la institución.
En los nueve proyectos finalistas, entre los que destacan también los titulados, “Lp + futura” y “Menos es más” (a todos ellos se puede acceder a través de este enlace) se manejan ya conceptos como los de flujos de energía, sostenibilidad, participación del ciudadano en la configuración de su municipio, moderación de las velocidades de los vehículos, fomento del transporte público, recuperación de espacios, acupuntura urbana frente a grandes intervenciones arquitectónicas, etc. Aunque no se trata de conceptos originales, estas propuestas suponen una visión nueva en Canarias que no han gozado del crédito o de los apoyos suficientes para hacerlos realidad.
Un ideario y una forma de hacer ciudad que está ya en el imaginario de colectivos de profesionales de la arquitectura y del urbanismo que no tienen más ambición que mejorar la ciudad con sus propuestas originales y concienciadas. El reciclaje, la recuperación y la revitalización de espacios urbanos son conceptos vitales hoy en día y que la actual estructura política que gobierna en las islas aún se resiste impulsar, unas veces por falta de presupuesto, otras por falta de auténtica voluntad política y en otros casos porque son esas mismas estructuras políticas las que se han quedado anquilosadas y obsoletas en un modo de hacer ciudad conservador, inmovilista y tributario de intereses que coinciden con ciertos grupos económicos.
Foto 1: Imagen de la película The Road.
Foto 2: Canal de Cheonggyecheon. Seúl.
Foto 3: Highway #5 Los Angeles, California, USA, 2009. Edward Burtynsky.
Foto 4: Car(e)les City - 001. Vincent Bitaud.
Foto 5: Centro Cultural El Tanque.
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