Se trata de material de naturaleza traquítica a cuarzotraquítica, cuyo análisis petrológico muestran una composición básica de feldespato alcalino idiomorfo en formas alistonadas isométricas o prismáticas, con tendencia a presentar agrupamientos de cristales de mayor tamaño. En menor proporción se presentan otros materiales micáceos, férricos y de manganeso. Asimismo se presenta cuarzo en forma de relleno interticial.
Composición de la traquita. En “Tindaya: El poder contra el mito. Jesús Giráldez Macía. 2007. Pág. 45”
Lo que hoy vemos de la montaña de Tindaya son lavas de un volcán que han quedado al descubierto después de que las fuerzas erosivas del viento y el agua desmantelaran la estructura principal, su piel. Situada al noroeste de la isla de Fuerteventura es una montaña mítica y mística. Es mítica porque aglutina valores naturales únicos en el paisaje desértico de Fuerteventura como la piedra que se encuentra en su interior, la traquita. Y es mística porque alberga una de las colecciones más ricas de podomorfos realizados por los pobladores majos, considerados Bien de Interés Cultural (BIC). Para éstos el lugar era un destino de peregrinación sagrada desde el que invocar a sus antepasados muertos y a las lluvias, elemento que posibilitaba la vida en un territorio abrasado por el sol. Por estas y otras razones de tipo botánico y zoológico la formación geológica está considerada monumento natural desde 1994.
El acceso desde la carretera de La Oliva es especialmente atractivo. La figura totémica de Tindaya va asomando solitaria entre los desolados terrenos ambarinos sedientos de agua. Paulatinamente va ganando en altura y mostrando sus pétreas aristas hasta delimitar una imponente mole que se levanta sobre la característica planicie majorera. Una planicie conocida como el Llano del Esquinzo, cuyo nombre los estudiosos de la toponimia no dudan en señalar que deriva del término bereber Fquen, que fue colegido por los cronistas como efequenes y que hacen referencia a templos sagrados. (…) se trata de estructuras de piedras hincadas y de planta circular las cuales abrigarían en su interior algún ídolo al que los antiguos adorarían y protegerían. (Tindaya. El poder contra el mito. Pág. 32. Jesús Giráldez Macía. 2007). Las investigaciones arqueológicas realizadas en el 98 constatan la existencia de una de esas estructuras en las inmediaciones de Tindaya, concluyendo que la montaña fue un centro cultural de gran importancia para los majos.
Decía Ramón Margalef que a pesar de compartir el prefijo eco resulta muy difícil tender puentes eficaces entre la economía y la ecología. El ecológo denunció en ocasiones la contradicción innata del término desarrollo sostenible. ¿Podemos considerar desarrollo un proceso económico entre cuyos efectos se encuentra el deterioro del medio natural donde se inserta el ser humano? Si se produce un menoscabo, ¿Se puede hablar de desarrollo real o mejora en el bienestar? ¿Se puede valorar económicamente esa pérdida? ¿Es ética una valoración exclusivamente económica de un problema que tiene connotaciones sociales, ambientales e identitarias? Todas estas preguntas surgen al reflexionar en el caso de la montaña de Tindaya.
Una de las justificaciones que esgrimieron los promotores de la idea, incluido su autor; “mi obra lo que quería era salvarla” (Hace años tuve una intuición. E. Chillida. El País. 27.07.96) era que convertir Tindaya en una escultura natural serviría como un polo de atracción turístico que contribuiría a sacar a la isla de su ostracismo económico. Sin embargo, ¿Qué estudios avalan dicha reflexión? ¿Cuántos turistas tendrían que arribar a Fuerteventura para que la intervención fuera rentable? Se invertirán 75 millones de € según las últimas informaciones. Muchos turistas tendrán que venir para recuperar la inversión. ¿Qué agentes sociales se beneficiarían de la intervención que implicaría la extracción de la traquita, el acondicionamiento del lugar para la llegada de los turistas, la construcción de la fundación y el museo? ¿Se inserta el proyecto en una política general de revitalización urbana de la zona que contemple la mejora de los equipamientos públicos de la comarca, la promoción de sus productos locales, el impulso de su actividad comercial, la recuperación de la ganadería y otras actividades primarias o por el contrario se trata de una mera intervención independiente que persigue servir solo de escaparate? De escaparates vacíos de contenido pero con un continente muy oneroso para las arcas públicas está plagada Canarias.
Según se ha publicado, la intención del gobierno de Canarias es que el proyecto no tenga coste para las arcas públicas. Para ello se convocará un concurso público y la empresa privada que gane será la que reciba, en régimen de concesión, la explotación turística del monumento durante el tiempo necesario para recuperar los 75 millones de €. Veremos si esto es realmente así ¿Qué empresa privada querrá asumir 75 millones de € a recuperar a largo plazo? En este tipo de megaproyectos la empresa privada no suele arriesgarse, por su elevado coste y su alta propensión a que el coste final tienda a multiplicarse. De ahí que la gran mayoría de los megaproyectos sean asumidos por el Estado. ¿O es que hay algo más, no declarado aún, aunque de sobra conocido, relacionado con el urbanismo de la zona o la explotación de la mina de mármol descubierta en 1990?. Para mí el espacio y para otros la piedra, dijo en una ocasión el escultor (Chillida penetra en una montaña sagrada. El País. 30.07.1995). ¿Para quién será la piedra?. Este es el quid de la cuestión.
Un tema pendiente que ni la justicia ha logrado dilucidar y que deberían resolver puesto que es básico asignar responsabilidades por el saqueo en el que se ha convertido Tindaya, es el oscuro proceso en el que se desarrollaron las adjudicaciones de la explotación minera de Tindaya y Tebeto a la empresa Canteras Cabo Verde. También los fondos asignados para los primeros trabajos geológicos y los sondeos realizados en la zona que supuestamente marcaban el inicio del proyecto. Todo ello supuso la desaparición de una cantidad económica que algunos estiman en más de 12 millones de € y que a día de hoy se desconoce su paradero. También se precisa realizar un verdadero estudio arqueológico previo a cualquier tipo de intervención en la montaña, tal y como indica la ley al tratarse de un BIC y cuyo objetivo sería valorar en qué sentido se verían afectados los grabados arqueológicos de la montaña. Otro punto a aclarar; la misma empresa encargada por el gobierno de Canarias para realizar el informe ambiental (Estudios Guadiana) era la misma compañía de ingeniería que se responsabilizaría de la ejecución de la obra. (Tindaya, la obra maldita. El País. 16.22.08). Una incongruencia muy clarificadora de la oscuridad que ha rodeado al proyecto y de cómo ha tratado el tema el Gobierno de Canarias, que se apresuró a catalogar la obra de interés para Canarias. A la postre una declaración a la que suele acudir la Administración cuando le han faltado argumentos sólidos y de peso para justificar los proyectos que pretende impulsar.
El problema fundamental que subyace en el caso Tindaya, al igual que en otros muchos problemas de la realidad canaria es que se continúa considerando el territorio como un recurso económico a explotar, ya sea por agentes privados o la propia administración. Es el paradigma económico basado en la producción, un concepto que no es más que un eufemismo que oculta la extracción, adquisición y apropiación de los recursos de la naturaleza.
Las reflexiones e ideas que provengan de cualquier disciplina artística ya sea la arquitectura, la escultura o cualquier otra y que se materializan en un proyecto a construir, son muy lícitas y necesarias. Mejoran la convivencia humana. Sin el arte es obvio que la humanidad no avanzaría. Sin embargo, no es menos cierto que todas estas intervenciones deberían ponerse en relación con el medio natural donde se insertan, valorando su impacto y su afección de forma objetiva antes de que su huella quede inmortalizada. ¿Si el espacio es ya perfecto a juicio del propio Chillida, cómo mejorarlo? En ese proceso de valoración es imperativo que se cuente con la opinión de la gente directamente afectada por la intervención, dentro de un proceso que debería ser ante todo democrático y transparente. Máxime cuando lo que se ve afectado es el patrimonio natural. El propio Chillida comentó en muchas ocasiones que si el proyecto implicaba la división de la sociedad canaria no estaría interesado en realizar su sueño; Se hará si la gente está de acuerdo. (Chillida pide el consenso para Tindaya. El País. 18.12.96). No solamente hubo y hay división sino que durante muchos años se ha utilizado el proyecto como arma arrojadiza entre los principales partidos políticos canarios. Algo que el escultor también rechazó de plano (Hace años tuve una intuición. E. Chillida. El País. 27.07.96). Un gesto que le honra y que demuestra que era consciente de que el arte no puede ir contra la voluntad de la gente, ni imponerse bajo ningún concepto a pesar de que con posterioridad realizaría algunas declaraciones desafortunadas (Chillida: "Tindaya está parado por una pandilla de incultos. El País. 27.02.1999).
Si esto es progreso ¿Cómo es posible que el progreso sea tan violento?. Lo que está claro es que nuestro actual modelo de sociedad no valora lo suficiente lo que anteriores generaciones depositaron en herencia, ya sea un monumento natural o una construcción arquitectónica. El monumento, que sería una gran escultura para la tolerancia, en palabras del autor vasco, ha sido hasta el momento y con razón, no tolerado por muchos canarios. Si realmente se ha reabierto el caso, el gobierno canario tendrá que enfrentarse nuevamente a esa intolerancia que ha logrado preservar un entorno natural privilegiado.
Foto 1: Tindaya desde la carretera de La Oliva.
Foto 2: Tindaya
Foto 3: Una carretera en Fuerteventura
Este proyecto es una auténtica mentira pero estamos dispuestos a aceptar un debate público con los promotores de este invento (gobierno e instituciones públicas de la isla y la familia Chillida) en el que se confronten, de forma civilizada, los pros y los contras de la idea. Un debate en el que se muestren los estudios que dicen que el proyecto será beneficioso para la isla, quiénes se beneficiarán realmente y quien es el agente que extraerá la piedra y la comercializará.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
ResponderEliminarMe parece una iniciativa necesaria, no solo en el caso concreto del proyecto monumental de Tindaya. En Canarias hay un déficit democrático importante cuya manifestación más evidente es la falta de debate y discusión, siempre de forma sosegada, documentada y pública, sobre los principales temas que afectan a la ciudadanía canaria.
Soy escéptico de que ese debate se produzca. Para ello hay que regenerar la actual clase política. Las elecciones están ahí.
mientras la red de centros y museos ciera los fines de semana que supuestamente serian los de mayor afluencia, se pretende convencer que el motivo de realizar el proyecto es el artistico.
ResponderEliminara estos que lo promueven no les interesa nada lo culturaly lo paisajistico-ecologico de la isla.
cuando van a ordenar las licencias en los pueblos para que no se siga dilapidando nuestra arquitectura tradicional.dan por tontos a los turistas , cuando vean que camino del vaciado los pueblos que encuentan parecen un barrio mas de cualquier parte se daran cuenta del verdadero interes por nuestra tierra de estos politiquillos sanguijuelas.en su dia el sector IMMOBILIARIO GANO LA PARTIDA EN A.M. o es que se les ha olvidado. se fueron todos los progresistas , y la clase obrera, se quedaron 4 empleados de banca, 3 arqeuitectos, 4 aparejadores,10 maestros de magisterio ,1 licenciado en fisica y quimica Y SU DESCENDENCIA POLITICA: ,MARIO (HERMANO DEL MAESTRO DE LA MATILLA) ,CLAUDINA (QUE NO SABIA COMO ERA LA OLIVA POR SU CORTA EDAD)Y BARRAGAN ( QUE NO SABIA DONDE QUEDABA POR ENTONCES SU TENERIFE ATICO)ni que decir tiene que de un comunista puede nacer un conservador y de un titulado un borriquillo.( juzguen uds mismos).el AYTO de la oliva se frota los bolsillos por la posible licencia millonaria,que tapara los agujeros de algun intermediario financiero.el cabildo cumple con paulino en lo de tapar la verguenza del robo de 2000 millones a cambio de ¿? mientras los mas elementales servicios ( agua, sanidad ,energia , trabajo estable y vivienda a precio obrero)son una utopia hoy,piensan en como crear el colapso que les permita construir mas camas por la avalancha de turistas(que solo ellos esperan),centrales termicas aprovechando la urgencia del momento(urgencia premeditadamente provocada) y privatizar la sanidad por el mismo procedimiento.y digo yo: tanto pagar a estos tipos para que el trabajador tenga que volver a emigrar.si CHILLIDA a cerrado su museo por FALTA DE VISITANTES en el PAIS VASCO(frontera con FRANCIA) pais de 70 millones de habitantes, mas los 42 de ESPAÑA ¿ que?.¿blanco y en botella?
Gracias por tu comentario con el que estoy de acuerdo.
ResponderEliminarLa mayor prueba de que este proyecto es una estafa y tiene poco de artístico es que desde un primer momento fue la consejería de turismo quien se puso al frente del mismo y no la de cultura o medio ambiente como en teoría cabría esperar de un proyecto presuntamente artístico.