sábado, 21 de junio de 2014

¿Existió el modelo social europeo?

  
…es importante desmontar el mito de la “economía social de mercado” que se ha pretendido asociar con la especificidad europea continental frente a la anglosajona (…) Ante el vaciamiento de la democracia representativa nacional-estatal parece que junto con la necesaria reacción popular en marcha en muchos países, sólo quedarían como barreras de defensa jurídica frente a esta Europa oligárquica aquellos jueces que estuvieran dispuestos a velar por el respeto a unos derechos básicos y a unas reglas procedimentales elementales de aprobación de las normas europeas. 


Las palabras no son inocentes en modo alguno. El lenguaje utilizado por el poder económico y político es cuidadosamente seleccionado para transmitir a quien lo recibe determinadas ideas que tomadas por el receptor de forma acrítica acaban transformándose en verdades interesadas. Si reflexionamos un poco detectaríamos que estos términos, conceptos o frases hechas nos rodean y son legión. Y en el apresuramiento de nuestras vidas acabamos otorgándoles credibilidad sin percatarnos que ocultan ciertas evidencias, al tiempo que fabrican de forma silente un consentimiento colectivo y pasivo en torno a esas ideas. Cuando ese lenguaje es prolongado por unos medios de comunicación próximos a aquellos poderes, ese consenso forjado sin sólidos soportes argumentales se hace masivo. Es entonces cuando se instala un pensamiento colectivo de difícil erradicación que termina sirviendo a los intereses de los poderes económico y político.

La frase hemos vivido por encima de nuestras posibilidades es un claro paradigma de ello. Contribuye a extender esa falsa pero apropiada idea para el poder político y económico de que esta crisis es consecuencia de los excesos de todos nosotros. El tan utilizado ajustes para hablar de recortes también es un término prototípico que ha servido para ocultar decisiones que nos empobrecen. Más cerca de nuestras Islas destaca en este sentido las últimas declaraciones del Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, quien ha asegurado que el debate del petróleo está absolutamente viciado por parte del Gobierno regional. ¿Viciado el debate sobre las prospecciones? ¿Es que ha habido algún debate Sr. Cardona? ¿Quién dijo que la industria del petróleo crearía 50.000 empleos en las Islas?

Hace casi un mes se han celebrado las elecciones al Parlamento europeo y los periodos electorales son propicios para escuchar este tipo de lenguaje vil y adulterado. Me sorprendió percibir con relativa frecuencia, sobre todo desde las filas del partido socialista y de la izquierda en general, que el modelo social europeo estaba en peligro si la derecha ganaba las elecciones. La expresión, de mis favoritas, tiene la virtud de otorgar credibilidad a la existencia de un paradigma político de convivencia en Europa donde supuestamente se privilegia el progreso social (pleno empleo, reducción de desigualdades, lucha contra la pobreza,…) al mismo tiempo que responsabilizaría a la derecha de su aniquilación en el caso de que ganara las elecciones. Pero la pregunta es ¿existe realmente un modelo social europeo? Sí, sobre el papel y en algunos tratados fundacionales que daban preeminencia a la necesidad de que el progreso económico estuviese acompañado en todo momento de un avance social de igual grado. Pero la realidad es otra muy distinta.

El profesor Jaime Pastor hace un interesante recorrido histórico sobre el modo de construcción de esta Europa en la deriva oligárquica del constitucionalismo occidental y su viejo topo. En su reflexión describe cómo se produjo el paulatino proceso de entronización en la normativa europea de toda una batería de objetivos más vinculados a un capitalismo economicista que al ámbito de lo social. La influencia del ordoliberalismo alemán a partir de la eclosión de la República Federal Alemana (1949) pero también del Consenso de Washington y de la nueva gobernanza global que comandarían en los 90 el FMI, el BM y los principales Estados de la economía mundo, iban a ser claves para la incorporación en los tratados europeos, muchas veces de forma poco democrática, de objetivos vinculados a la competencia, el crecimiento económico, la independencia del banco central o la defensa a ultranza de la inflación. Así, unas veces con la connivencia de los Estados, otras por la falta de reacción de sus ciudadanos y otras muchas porque lo acordado se hacía bajo absoluta opacidad, se fue imponiendo una Europa de clara orientación economicista donde la leyes de un mercado libre de cortapisas y el poder del capital han alcanzado carácter de principios constituyentes. Bajo esta perspectiva el progreso social en Europa ha quedado sometido.

La realidad es que no existe un modelo social europeo y la prueba es el modo despótico y autoritario que las élites europeas están empleando para gestionar esta crisis. A lo sumo existen diferentes esquemas de convivencia de ámbito nacional basados en estados del bienestar con características muy diversas. El establecimiento de un modelo social europeo exigiría el impulso de una agenda explícita de política social dirigida hacia varios frentes; la creación de empleo de calidad en toda la UE; la entronización de una normativa laboral que proteja los intereses de los trabajadores europeos sin discriminar a la fuerza laboral que arriba desde fuera del continente; la articulación de un sistema de seguridad social común a todos los países miembros, garantizando un sistema público de pensiones y medidas solventes de protección social ante la eventual pérdida de empleo; la apuesta decidida por unos planes de formación comunitarios, etc.

Esa Europa social con la que muchos se llenan la boca está hoy muy a rebufo de la Europa del mercado que han creado las élites. Todo eso aún está por construir y es importante que seamos conscientes de esto para reclamar una verdadera Europa social basada en la solidaridad.

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