viernes, 30 de abril de 2010

Santa Cruz de Tenerife, una ciudad insostenible. Por una reconsideración arquitectónica y urbana de la ciudad (y 3)


"...nuestra tarea en las próximas décadas no sea tanto crear urbes nuevas como reformar las existentes para hacerlas más sostenibles: rehabilitando edificios, regenerando barrios y recuperando paisajes.
Necesitamos ciudades más densas y compactas, pero no más altas; al igual que necesitamos arquitecturas más útiles, pero no más triviales. Y para combatir la fascinación contemporánea por la insostenible suburbanización y el insufrible espectáculo, debemos explicar que la casa unifamiliar y el vehículo particular han de ser domesticados, porque la ciudad jardín es la menos verde de todas; y también que la belleza no reside necesariamente en la provocación estética o la extravagancia formal de la arquitectura que grita: la mejor ciudad habla en susurros”

"Los rascacielos del Golfo y nosotros". Luis Fernández Galiano. 02.03.2010. El País.

En los últimos años la ciudad ha cambiado su fisonomía introduciendo grandes volúmenes firmados por arquitectos de factura enlatada en busca de rentabilizar el nombre de Santa Cruz en el exterior buscando un efecto Guggenheim. Habría que analizar profundamente si las obras creadas por arquitectos internacionales proporcionan prestigio y calidad a la ciudad o no pasan de ser meras esculturas asépticas presentadas interesadamente por los medios y los centros de decisión como parte del insufrible espectáculo, en palabras de Fernández Galiano. Espectáculo al que nos tenía acostumbrado la gran arquitectura de la época previa a la crisis económica, quizás como expresión material del vigor inmobiliario que ha dominado la economía en los últimos 15 años, quizás como única consecuencia de la falta de ideas en el urbanismo y la arquitectura más mediática.

Un modelo urbanístico obsoleto e ineficiente a nuestro juicio, ya que acelera los procesos de mutación urbana en un territorio limitado, el de Santa Cruz de Tfe, donde las intervenciones exigen gran consumo de terreno, se requieren importantes inversiones de dinero público y se sobrevaloran los efectos beneficiosos que puede tener sobre el tejido urbano y económico de la ciudad. Todo ello en detrimento de otros factores relacionados con la funcionalidad del edificio y su encaje en la ciudad.

Dice Oriol Bohigas a propósito de las obras de los arquitectos del star system que (la negrita es mía):

“…la experiencia nos hizo ver claro un hecho que ha resultado muy importante: el consenso político y popular ante unos arquitectos extranjeros que llegaban con un prestigio gloriosamente presentado en los medios de comunicación; es decir, se consiguió una aceptación que de otro modo hubiera sido difícil. Los políticos vieron enseguida que aquel proceso de selección les ahorraba muchos quebraderos de cabeza: aceptando la garantía de calidad que les ofrecían los media y la aristocracia crítica tenían un arma convincente para limar las posibles discusiones internas, y, además prestigiaban la ciudad con nombres de arquitectos de divulgación internacional asegurada (…) Ponga un Foster en su ciudad y quédese tranquilo (…) Quizá más bien haya que ver consecuencias negativas en esa clase de operaciones: los arquitectos jóvenes locales se ven en ocasiones menospreciados ante la imposición de las vedettes internacionales y con frecuencia queda relegados a las obras menores
“Contra la incontinencia urbana. Reconsideración moral de la arquitectura y la ciudad”. 2004. Barcelona

Dentro de esta reflexión situamos el TEA, la remodelación de la Plaza de España en sus diferentes fases, el auditorio de Tenerife y el recinto ferial, las torres de Santa Cruz o el proyecto de la playa de las Teresitas. ¿Han generado dinamismo económico, social o cultural estas intervenciones? ¿Facilitan la mezcla de funciones de la ciudad, la creación de espacios de relación que dinamicen los barrios o zonas donde se ubican, faciliten la identificación simbólica y conecten la periferia con los distintos centros? La respuesta parece ser negativa.

Cabe argumentar como ejemplo el caso del auditorio de Tenerife. El tiempo pone cada cosa en su sitio y desde que se inauguró el proyecto con gran fanfarria hace ya casi una década, creemos que ha quedado demostrada la tesis de que se trata de un proyecto sobredimensionado, situado en una de las salidas del puerto de Santa Cruz buscando la imagen idílica y turística, la foto de postal más que la integración y la revitalización de la zona en la que se encuentra. Aspecto que se podría haber conseguido integrándolo en la malla urbana interior con unas dimensiones más modestas y quizás optando por otro arquitecto más barato que estuviera fuera del star system, más cercano a las costumbres y necesidades canarias y buscando formas menos insólitas y más funcionales. Algo que sí ha conseguido, por ejemplo, el teatro Valle Inclán en Madrid situado en la zona de Lavapiés. A través de una propuesta respetuosa, modesta y proporcionada el teatro ha revitalizado el entorno de la plaza de Lavapiés y la calle Argumosa cambiando por completo su fisonomía y creando una actividad al menos interesante alrededor de locales de ocio y la propia plaza de Lavapiés. En esta línea es un buen ejemplo la reforma de la plaza de Tirso de Molina, también en Madrid.

Idéntica crítica cabe sobre el TEA. Situado en los aledaños de la desembocadura del barranco de Santos y al lado de la renovada calle de La Noria, el edificio convive con algo tan santacrucero como es La iglesia de la Concepción y la mencionada calle La Noria, muy vinculada a las costumbres carnavaleras de Santa Cruz y que de forma forzada o no se ha descrito como la nueva (y prácticamente única) zona de ocio y esparcimiento de Santa Cruz ¿De veras es importante el contenido del TEA para las instituciones que lo promovieron o se creó como un mero contenedor de actividades no muy bien definidas aún? ¿Qué ha supuesto el museo para Santa Cruz más allá de aportar otra biblioteca para estudiantes universitarios? ¿Cuál fue su coste económico? ¿Y su coste de oportunidad en términos sociales? En palabras de William J. R. Curtis:

“…varios miembros del star system algunos de ellos ganadores del Premio Pritzker, generan diseños arbitrarios y ostentosos sin sustancia perdurable: una arquitectura de gestos vacíos y formas complicada en exceso que no entrañan un verdadero significado”. 
"La crisis del Star System". William J. R. Curtis. 12.04.08. El País.

Lo que sí es seguro es que el TEA ha dado a conocer Tenerife a uno de los autores del proyecto, quien ya se ha instalado en el Poris de Abona en una vivienda de proporciones más que generosas a unos treinta metros de la línea del mar.

En el caso de Santa Cruz, aún a riesgo de que ya sea tarde parece necesario imponer unos límites que pongan coto al sprawl que se detecta desde hace años en las transiciones entre Santa Cruz y La Laguna (La cuesta) y entre Santa Cruz y el municipio de El Rosario (Radazul, Tabaiba) y algunos barrios de la periferia santacrucera que han nacido al calor del desarrollo de las autovías. Espacios, todos ellos, ganados al sector agrícola (en muchos casos territorios de gran calidad agronómica) desatendiendo la relación necesaria entre los usos y la vocación de cada espacio. ¿Se han explorado las características de la ciudad compacta y densa y sus posibilidades de aplicación para el caso de Santa Cruz? ¿Se ha considerado siquiera poner las bases para una recuperación de las condiciones de la ciudad tradicional que posibilite alcanzar densidades importantes sin necesidad de recurrir a alturas desproporcionadas? ¿Se ha pensado en la actual relación periférica que tienen los barrios con el centro urbano?

La iniciativa de unir Santa Cruz y La Laguna que los poderes fácticos de esta isla resucitan de vez en cuando, parece destinada a crear una zona metropolitana de dimensiones colosales, teniendo en cuenta el perímetro de la isla que la contendría, que estaría orientada a reducir el sprawl mediante una huída hacia delante que permitiría a esos poderes fácticos disponer de más suelo que permita seguir acelerando los ritmos de inversión y acumulación de capital.

Al mismo tiempo que se han desarrollado todas estas intervenciones y otras, la ciudad lleva discutiendo desde hace más de 8 años la viabilidad y la adecuación de un PGO que ha sido aprobado recientemente de forma, cuando menos, cuestionable. Prueba de ello es que el PGO no pasó el primer examen de la COTMAC, donde se encuentra actualmente. El organismo ha frenado su aprobación hasta junio-julio al encontrar incorrecciones en el planeamiento y fallos en los procedimientos obligatorios de información pública. Una tramitación caracterizada por la más absoluta opacidad y una ausencia total de participación ciudadana, cuyo resultado ha sido el descubrimiento, por una plataforma ciudadana contra el plan, de que un buen número de viviendas han quedado fuera de ordenación al mismo tiempo que otros edificios se veían beneficiados con licencias para incrementar sus alturas. Dinámica que resume muy bien los problemas actuales en materia de urbanismo en esta ciudad (PGO de Santa Cruz; Llueve sobre mojado). Absoluta oscuridad en la tramitación y ausencia total de participación ciudadana, lo que ha traído como consecuencia inmediata que los PGO hayan perdido su fundamental misión, ordenar la ciudad conforme a unos criterios básicos de edificación y reparto proporcional de espacios públicos y privados.

Hubiese sido un auténtico ejercicio de democracia y transparencia que el ayuntamiento explicara por qué se reduce la edificabilidad de muchas calles de Santa Cruz a tres y cuatro alturas mientras que en otros lugares se mantienen doce y más plantas. Cuál es la razón de que se sustituyan zonas verdes y espacios libres por parcelas edificables y sobre todo cuáles son los criterios urbanísticos (¿o son económico - políticos?) que se han aplicado para incrementar la edificabilidad en algunas zonas y quiénes son esos beneficiados. Nada de eso se ha explicado a los ciudadanos.

Especialmente representativo es el estado en el que se encuentran muchos de los barrios periféricos de Santa Cruz, tratados por la administración actual como espacios casi suburbiales, segregados por infraestructuras viarias (El Sobradillo, El Tablero, Somosierra, El Chorrillo) desconectados del distrito centro o abandonados por la falta de inversiones (Ofra-Montaña Taco, Valleseco, El Toscal) o en el mejor de los casos convertidos en guetos residenciales de las clases más bajas de la ciudad (Añaza y Santa María del Mar).

En Santa Cruz es necesaria una reconsideración de la ciudad desde un punto de vista sostenible. Una reflexión que de cuenta de las mutaciones producidas en los últimos años para analizar de forma sosegada la viabilidad de proseguir por este camino, al objeto de reconducir la situación, si es que aún es posible. Una iniciativa que tenga como resultado un plan de reconciliación de cada uno de los barrios de la ciudad con el centro urbano mediante la creación de nexos de unión más intensos e integradores que avancen en la cohesión urbana y social de la ciudad. Lo que obviamente debe contener iniciativas de compensación del desequilibrio inversor pero también políticas dirigidas a estudiar y revertir los flujos de energía consumidos y residuos generados por la actual dinámica urbana.

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